17.3.12

Lección 77.

Tengo derecho a los milagros.
Tienes derecho a los milagros debido a lo que eres. Recibirás milagros debido a lo que Dios es. Y ofrecerás milagros debido a que eres uno con Dios. Una vez más, ¡cuán simple es la salvación! Es sencillamente una afirmación de tu verdadera Identidad. Esto es lo que celebraremos hoy.

Tu derecho a los milagros no se basa en las ilusiones que tienes acerca de ti mismo. No depende de ningún poder mágico que te hayas adscrito ni de ninguno de los rituales que has ingeniado. Es inherente a la verdad de lo que eres. Está implícito en lo que Dios, tu Padre, es. Tu derecho a los milagros quedó establecido en tu creación y está garantizado por las leyes de Dios.

Hoy reivindicaremos los milagros a los que tienes derecho, pues te pertenecen. Se te ha prometido total liberación del mundo que construiste. Se te ha asegurado que el Reino de Dios se encuentra dentro de ti y que jamás lo puedes perder. No pedimos sino lo que en verdad nos pertenece. Hoy, sin embargo, nos aseguraremos también de no conformarnos con menos.

Comienza las sesiones de práctica más largas de hoy diciéndote a ti mismo con absoluta certeza que tienes derecho a los milagros. Cierra los ojos y recuerda que estás pidiendo únicamente lo que por derecho propio te pertenece. Recuérdate también a ti mismo que los milagros jamás se le quitan a uno para dárselos a otro, y que al reivindicar tus derechos estás haciendo valer los derechos de todo el mundo. Los milagros no obedecen las leyes de este mundo. Proceden simplemente de las leyes de Dios.

Después de esta breve fase introductoria, espera en silencio la ratificación de que se te ha concedido tu petición. Has pedido la salvación del mundo así como la tuya. Has pedido que se te concedan los medios a través de los cuales se puede lograr esto. Es imposible que no se te den garantías al respecto. No estás sino pidiendo que se haga la Voluntad de Dios.

Al hacer esto, no estás realmente pidiendo nada. Estás afirmando un hecho innegable. El Espíritu Santo no puede sino asegurarte que se te ha concedido tu petición. El hecho de que la aceptases lo confirma. Hoy no hay cabida para la duda ni la incertidumbre. Estamos haciendo por fin una petición real. La respuesta es una simple exposición de un simple hecho. Recibirás la ratificación que buscas.

Nuestras sesiones de práctica más cortas serán frecuentes, y estarán dedicadas a recordar un simple hecho. Repite hoy frecuentemente:


Tengo derecho a los milagros.

Pídelos cada vez que se presente una situación que los requiera. Reconocerás tales situaciones. Y como no estás dependiendo de ti mismo para encontrar el milagro, tienes pleno derecho a recibirlo siempre que lo pidas.

Recuerda también que no te debes conformar con nada que no sea la respuesta perfecta. Si te asaltan tentaciones, di de inmediato:

No intercambiaré milagros por resentimientos. Quiero únicamente lo que me pertenece. Dios ha establecido mi derecho a los milagros.

Curso

Éste es un curso de milagros.

Es un curso obligatorio.

Sólo el momento en que decides tomarlo es voluntario.

Tener libre albedrío no quiere decir que tú mismo puedas establecer el plan de estudios.

Significa únicamente que puedes elegir lo que quieres aprender en cualquier momento dado.

Este curso no pretende enseñar el significado del amor, pues eso está más allá de lo que se puede enseñar.

Pretende, no obstante, despejar los obstáculos que impiden experimentar la presencia del amor, el cual es tu herencia natural.

Lo opuesto al amor es el miedo, pero aquello que todo lo abarca no puede tener opuestos.

Este curso puede, por lo tanto, resumirse muy simplemente de la siguiente manera:

Nada real puede ser amenazado.

Nada irreal existe.


En esto radica la paz de Dios.

Estoy aquí únicamente para ser útil.
Estoy aquí en representación de Aquel que me envió.
No tengo que preocuparme por lo que debo decir ni por lo que debo hacer, pues Aquel que me envió me guiará.
Me siento satisfecho de estar dondequiera que Él desee, porque sé que Él estará allí conmigo.
Sanaré a medida que le permita enseñarme a sanar.
[L.T., Cap. 2, 18.2 - 18.6]
Si la tarea de despertar del sueño de separación fuese fácil, entonces ya la habrías hecho. Sin embargo, aquello que no es fácil puede ser simple. ¿Cómo permites que sea así? Lo harás permitiéndole que ya esté hecho. ¿Entiendes? Acepta que ya has despertado del sueño de separación y ya está hecho. Entonces no importará si es fácil o difiícil, sólo que está completo. JESUS