11.4.12

Lección 102.

COMPARTO CON DIOS SU VOLUNTAD DE QUE YO SEA FELIZ.

Tú no quieres sufrir. Tal vez creas que el sufrimiento te puede aportar algo, y puede que en cierta medida todavía creas que te aporta algo que deseas. Esta creencia, no obstante, ha quedado sin duda quebrantada ahora, por lo menos lo suficiente como para permitirte ponerla en duda y empezar a sospechar que en realidad no tiene sentido. Aún no ha desaparecido, mas ya no tiene las raíces que en un tiempo la sujetaban con firmeza a los ocultos y tenebrosos recovecos de tu mente.

Hoy trataremos de disminuir aún más su debilitado agarre, y de darnos cuenta de que el dolor no tiene objeto, ni causa, ni poder alguno con que lograr nada. No puede aportarte nada en absoluto. No te ofrece nada y no existe. Y todo lo que crees que te ofrece es tan inexistente como él. Has sido esclavo de algo que no es nada. Sé libre hoy de unirte a la feliz Voluntad de Dios.

Durante varios días continuaremos dedicando nuestras sesiones de práctica a llevar a cabo ejercicios que han sido diseñados para ayudarte a encontrar la felicidad que la Voluntad de Dios ubicó en ti. Ahí se encuentra tu hogar y tu seguridad. Ahí se encuentra tu paz y ahí no hay miedo. Ahí se encuentra la salvación. Ahí por fin encuentras descanso.

Da comienzo hoy a tus sesiones de práctica con esta declaración de que aceptas lo que la Voluntad de Dios dispone para ti:

Comparto con Dios Su Voluntad de que yo sea feliz. Y acepto ahora la felicidad como mi función.

Busca entonces esa función en lo más recóndito de tu mente, pues está ahí, esperando tan sólo tu decisión. No puedes dejar de encontrarla una vez que te des cuenta de que ésa es tu decisión y de que compartes con Dios Su Voluntad.

Sé feliz, pues tu única función aquí es la felicidad. No tienes por qué ser menos amoroso con el Hijo de Dios que Aquel Cuyo Amor lo creó tan amoroso como Él Mismo. Además de estos descansos de cinco minutos cada hora, haz frecuentes pausas hoy para decirte a ti mismo que ahora has aceptado la felicidad como tu única función aquí. Y ten por seguro que al hacer esto te estarás uniendo a la Voluntad de Dios.

10.4.12

Lección 101.

LA VOLUNTAD DE DIOS PARA MÍ ES PERFECTA FELICIDAD.

Hoy continuaremos con el tema de la felicidad. Esta idea es esencial para poder comprender el significado de la salvación. Todavía crees que la salvación requiere que sufras como penitencia por tus “pecados”. Pero no es así. No obstante, no podrás evitar pensar que lo es, mientras sigas creyendo que el pecado es real y que el Hijo de Dios puede pecar.

Si el pecado es real, entonces el castigo es justo e ineludible. La salvación, por lo tanto, sólo se puede obtener mediante el sufrimiento. Si el pecado es real, la felicidad no puede sino ser una ilusión, pues ambas cosas no pueden ser verdad. Los que pecan sólo merecen muerte y dolor, y por eso es por lo que claman. Pues saben que eso es lo que les espera, y que los buscará y que en algún punto y en algún lugar los encontrará, de modo que puedan saldar la deuda que tienen con Dios. Debido a su terror, tratan de escaparse de Él. Mas Él los seguirá persiguiendo y ellos no podrán escapar.

Si el pecado es real, la salvación tiene que ser el dolor. El dolor es el costo del pecado, y si el pecado es real el sufrimiento es inevitable. La salvación no puede sino ser temible, pues mata, aunque lentamente, y antes de otorgar el deseado favor de la muerte a las víctimas que están casi en los huesos antes de haber sido apaciguada, los despoja de todo. Su ira es insaciable e inclemente, aunque totalmente justa.

¿Quién buscaría un castigo tan brutal? ¿Quién no huiría de la salvación, intentando por todos los medios ahogar la Voz que se la ofrece? ¿Por qué habría de tratar de escuchar y aceptar Su ofrecimiento? Si el pecado es real, lo que le ofrece es la muerte, que le inflige cruelmente para que esté a la par de los perversos deseos de donde nace el pecado. Si el pecado es real, la salvación se ha vuelto tu enemigo acérrimo, la maldición de Dios contra ti que crucificaste a Su Hijo.

Hoy necesitas las sesiones de práctica. Los ejercicios te enseñan que el pecado no es real y que todo lo que crees que inevitablemente ha de ocurrir como consecuencia de él jamás podrá suceder, pues carece de causa. Acepta la Expiación con una mente receptiva que no abrigue la creencia de que has hecho del Hijo de Dios un demonio. El pecado no existe. Practicaremos hoy este pensamiento tan a menudo como nos sea posible, pues es la base de la idea de hoy.

La Voluntad de Dios para ti es perfecta felicidad, toda vez que el pecado no existe y el sufrimiento no tiene causa. La dicha es justa, y el dolor no es sino señal de que te has equivocado con respecto a ti mismo. No tengas miedo de la Voluntad de Dios. Por el contrario, ampárate en ella con la absoluta confianza de que te liberará de todas las consecuencias que el pecado ha forjado en tu febril imaginación. Di:

La Voluntad de Dios para mí es perfecta felicidad. El pecado no existe ni tiene consecuencias.

Así es como debes dar comienzo a tus sesiones de práctica. Luego intenta otra vez encontrar la dicha que estos pensamientos le brindarán a tu mente.

Da gustosamente estos cinco minutos, para eliminar la pesada carga que te has echado encima al abrigar la demente creencia de que el pecado es real. Escápate hoy de la locura. Ya estás firmemente plantado en el camino que conduce a la libertad, y ahora la idea de hoy te da alas para acelerar tu progreso y esperanza para que vayas aún más deprisa hacia la meta de paz que te aguarda. El pecado no existe. Recuerda esto hoy, y repite en silencio tan a menudo como puedas:

La Voluntad de Dios para mí es perfecta felicidad. Ésa es la verdad, pues el pecado no existe.

9.4.12

Lección 100.

MI PAPEL EN EL PLAN DE SALVACIÓN DE DIOS ES ESENCIAL.

Del mismo modo en que el Hijo de Dios completa a su Padre, así también tu papel en el plan de tu Padre completa dicho plan. La salvación tiene que invertir la descabellada creencia en pensamientos y cuerpos separados, que viven vidas separadas y recorren caminos separados. Cuando mentes separadas comparten una sola función, se unen en un solo propósito, pues cada una de ellas es igualmente esencial para todas las demás.

La Voluntad de Dios para ti es perfecta felicidad. ¿Por qué habrías de querer ir en contra de Su Voluntad? El papel que Él ha reservado para ti en el desarrollo de Su plan se te da para que puedas ser restituido a lo que Él dispone. Este papel es tan esencial para Su plan como para tu felicidad. Tu dicha tiene que ser total para que aquellos a los que Él te envía puedan entender Su plan. Ellos verán su función en tu radiante faz, y en tu risa feliz oirán a Dios llamándoles.

Eres ciertamente esencial en el plan de Dios. Sin tu dicha, la Suya no es total. Sin tu sonrisa, el mundo no se puede salvar. Mientras la tristeza se abata sobre ti, la luz que el Propio Dios designó como el medio para salvar al mundo se atenúa y pierde su fulgor, y nadie ríe porque toda risa no es sino el eco de la tuya.

Eres ciertamente esencial en el plan de Dios. Del mismo modo en que tu luz aumenta el fulgor de todas las luces que brillan en el Cielo, así también tu dicha en la tierra exhorta a todas las mentes a abandonar sus pesares y a ocupar su puesto junto a ti en el plan de Dios. Los mensajeros de Dios rebosan de dicha, y su júbilo sana todo pesar y desesperación. Ellos son la prueba de que lo que la Voluntad de Dios dispone para todos los que aceptan los regalos de su Padre como propios es perfecta felicidad.

Hoy no permitiremos que la tristeza se abata sobre nosotros. Pues en tal caso, no estaríamos asumiendo el papel que tan esencial es para el plan de Dios y para nuestra visión. La tristeza es señal de que prefieres desempeñar otro papel en lugar del que Dios te ha encomendado. Y así, no le muestras al mundo cuán grande es la felicidad que Él dispone para ti, y, por consiguiente, no reconoces que ya dispones de ella.

Hoy trataremos de comprender que la dicha es nuestra función aquí. Si te dejas abatir por la tristeza, no sólo no estarás cumpliendo tu función, sino que estarás privándote a ti mismo de dicha y al mundo también. Dios te pide que seas feliz para que el mundo pueda ver cuánto ama Él a Su Hijo y que Su Voluntad es que ningún pesar menoscabe su dicha ni que ningún miedo lo acose y perturbe su paz. Tú eres hoy el mensajero de Dios. Brindas Su felicidad a todo aquel que contemplas y Su paz a todo aquel que al contemplarte ve Su mensaje en tu feliz semblante.

Hoy nos prepararemos para esto durante las sesiones de práctica de cinco minutos, dejando que la felicidad brote en nosotros tal como dispone la Voluntad de nuestro Padre y la nuestra. Comienza los ejercicios con el pensamiento que la idea de hoy presenta. Luego comprende que tu papel es ser feliz. Esto es lo único que se te pide a ti o a cualquiera que desee ocupar el lugar que le corresponde entre los mensajeros de Dios. Piensa en lo que esto significa. Estabas ciertamente equivocado al creer que se te estaba exigiendo algún sacrificio. De acuerdo con el plan de Dios tan solo puedes recibir, sin jamás perder nada, hacer sacrificio alguno o morir.

Tratemos ahora de encontrar esa dicha que nos demuestra a nosotros, así como a todo el mundo, lo que la Voluntad de Dios dispone para nosotros. Tu función es encontrarla aquí, y encontrarla ahora. Para eso viniste. ¡Ojalá que hoy sea el día en que lo logres! Busca en lo profundo de tu ser, sin dejarte desanimar por los pensamientos pueriles y metas absurdas que pasas de largo a medida que asciendes para encontrarte con el Cristo en ti.

Él estará allí. Y tú puedes llegar a Él ahora. ¿Qué otra cosa preferirías contemplar en lugar de Aquel que aguarda para que tú lo contemples? ¿Qué pensamiento pueril podría detenerte? ¿Qué meta absurda podría impedirte triunfar cuando es Dios Mismo Quien te llama?

Él estará allí. Eres esencial en Su plan. Hoyeres Su mensajero. Y tienes que encontrar lo que Él quiere que des. No te olvides de la idea de hoy entre las sesiones de práctica de cada hora. Es tu Ser Quien te llama hoy. Y es a Él a Quien respondes cada vez que te dices a ti mismo que eres esencial en el plan de Dios para la salvación del mundo.

8.4.12

Lección 99.

LA SALVACIÓN ES MI ÚNICA FUNCIÓN AQUÍ.
La salvación y el perdón son lo mismo. Ambas cosas implican que algo anda mal, algo de lo cual es necesario que se nos salve y se nos perdone; algo impropio que necesita corrección; algo aparte o diferente de la Voluntad de Dios. Ambos términos, por lo tanto, implican algo totalmente imposible, pero que, sin embargo, ha ocurrido, dando lugar a un estado de aparente conflicto entre lo que es y lo que nunca podría ser.

La verdad y las ilusiones están ahora a la par, pues ambas han ocurrido. Lo imposible se convierte en aquello de lo que se te necesita salvar y perdonar. La salvación se convierte ahora en la zona fronteriza entre la verdad y las ilusiones. Refleja la verdad porque es el medio a través del cual puedes escaparte de las ilusiones. No obstante, no es la verdad porque cancela lo que nunca ocurrió.

¿Cómo podría haber un punto de encuentro en el que la tierra y el Cielo se pudiesen reconciliar dentro de una mente en la que ambos existen? La mente que ve ilusiones piensa que éstas son reales. Existen en cuanto que son pensamientos. Sin embargo, no son reales porque la mente que piensa estos pensamientos se encuentra separada de Dios.

¿Qué podría unir a la mente y a los pensamientos separados con la Mente y el Pensamiento que están eternamente unidos? ¿Qué plan podría reconocer las necesidades que plantean las ilusiones y proponer medios con los que eliminarlas sin ataque o ápice alguno de dolor, y no violar la verdad? ¿Qué podría ser este plan sino un Pensamiento de Dios mediante el cual se pasa por alto lo que nunca ocurrió y se olvidan los pecados que nunca fueron reales?

El Espíritu Santo conserva este plan de Dios en la Mente de Dios y en la tuya, exactamente como lo recibió de Él. Dicho plan no tiene nada que ver con el tiempo toda vez que su Fuente es intemporal. No obstante, opera dentro del tiempo debido a tu creencia de que el tiempo es real. El Espíritu Santo contempla impasible lo que tú ves: el pecado, el dolor y la muerte, así como la aflicción, la separación y la pérdida. Mas Él sabe que hay algo que no puede sino seguir siendo verdad: que Dios sigue siendo Amor, y que eso que ves no es Su Voluntad.

Éste es el Pensamiento que lleva las ilusiones a la verdad, donde las ve como apariencias tras las cuales se encuentra lo inmutable y lo seguro. Éste es el Pensamiento que salva y perdona, pues no pone su fe en lo que no fue creado por la única Fuente que conoce. Éste es el Pensamiento cuya función es salvar asignándote a ti su función. La salvación es tu función, junto con Aquel a Quien se le confió el plan. Ahora se te confía a ti junto con Él. Él tiene una respuesta para todas las apariencias sea cual sea la forma, el tamaño, el volumen o los atributos que parezcan tener, y es ésta:

La salvación es mi única función aquí. Dios sigue siendo Amor, y esto no es Su Voluntad.

Tú que aún has de obrar milagros, asegúrate de practicar bien la idea de hoy. Trata de percibir la fuerza de lo que dices, pues en esas palabras radica tu libertad. Tu Padre te ama. El mundo del dolor no es Su Voluntad. Perdónate a ti mismo el pensamiento de que eso fue lo que Él deseó para ti. Deja entonces que el Pensamiento con el que Él reemplazó todos tus errores se adentre en los sombríos lugares de tu mente que pensó los pensamientos que nunca fueron Su Voluntad.

Esa parte de tu mente le pertenece a Dios, al igual que el resto. Dicha parte no tiene pensamientos solitarios, ni los hace reales ocultándolos de Él. Deja pasar la luz, y ningún obstáculo te impedirá ver lo que Él dispone para ti. Pon al descubierto tus secretos ante Su benévola luz y observa cuán intenso es el fulgor con el que dicha luz todavía resplandece sobre ti.

Practica con Su Pensamiento hoy, y deja que Su luz busque e ilumine todo rincón tenebroso, y que al brillar a través de ellos los una al resto. La Voluntad de Dios es que tu mente sea una con la Suya. La Voluntad de Dios es tener solamente un Hijo. La Voluntad de Dios es que Su único Hijo eres tú. Reflexiona sobre estas cosas durante las prácticas de hoy, y da comienzo a la lección que vamos a aprender hoy con estas instrucciones relativas a la verdad:

La salvación es mi única función aquí. La salvación y el perdón son lo mismo.

Dirígete entonces a Aquel que comparte contigo tu función aquí, y permítele que te enseñe lo que necesitas aprender para poder dejar de lado todo miedo y reconocer a tu Ser como un amor que no tiene opuesto en ti.

Perdona todo pensamiento que se oponga a la verdad de tu compleción, unidad y paz. No puedes perder los regalos que tu Padre te dio. No es tu deseo ser otro ser. No tienes ninguna función que no, sea de Dios. Perdónate a ti mismo la que crees haber inventado. El perdón y la salvación son lo mismo. Perdona lo que inventaste y te habrás salvado.

Hay un mensaje especial para hoy que tiene el poder de eliminar para siempre de tu mente cualquier forma de duda o de temor. Si te asalta la tentación de creer que son reales, recuerda que las apariencias no pueden resistirse a la verdad que encierran estas poderosas palabras:

La salvación es mi única función aquí. Dios sigue siendo Amor, y esto no es Su Voluntad.

La única función que tienes te dice que eres uno. Recuérdate esto a ti mismo durante los intervalos de tiempo que transcurren entre los períodos en que das cinco minutos para compartirlos con Aquel que comparte el plan de Dios contigo. Recuérdate a ti mismo lo siguiente:

La salvación es mi única función aquí.

De esta manera, depositas el perdón en tu mente y dejas que todo temor sea suavemente descartado, para que el amor pueda encontrar el lugar donde le corresponde estar en ti y mostrarte que tú eres el Hijo de Dios.

7.4.12

Lección 98.

ACEPTARÉ EL PAPEL QUE ME CORRESPONDE EN EL PLAN DE DIOS PARA LA SALVACIÓN.

Hoy es un día de una consagración especial. Hoy vamos a adoptar una postura firme en favor de un solo bando. Nos vamos a poner de parte de la verdad y a abandonar las ilusiones. No vacilaremos entre una cosa y otra, sino que adoptaremos una firme postura en favor de Dios. Hoy nos vamos a consagrar a la verdad, y a la salvación tal como Dios la planeó. No vamos a alegar que es otra cosa ni a buscarla donde no está. La aceptaremos gustosamente tal como es, y desempeñaremos el papel que Dios nos asignó.

¡Qué dicha tener certeza! Hoy dejamos de lado todas nuestras dudas y nos afianzamos en nuestra postura, seguros de nuestro propósito y agradecidos de que la duda haya desaparecido y la certeza haya llegado. Tenemos una importante función que desempeñar y se nos ha provisto de todo cuanto podamos necesitar para alcanzar la meta. Ni una sola equivocación se interpone en nuestro camino. Hemos sido absueltos de todo error. Hemos quedado limpios de todos nuestros pecados al habernos dado cuenta de que no eran sino errores.

Los que están libres de culpa no tienen miedo, pues están a salvo y reconocen su seguridad. No recurren a la magia, ni ingenian posibles escapatorias de amenazas imaginarias y desprovistas de realidad. Descansan en la serena certeza de que llevarán a cabo lo que se les encomiende hacer. No ponen en duda su propia capacidad porque saben que cumplirán debidamente su función en el momento y lugar perfectos. Ellos adoptaron la postura que nosotros vamos a adoptar hoy, a fin de que pudiésemos compartir su certeza y aumentarla mediante nuestra aceptación.

Todos aquellos que adoptaron la postura que hoy vamos a adoptar nosotros estarán a nuestro lado y nos transmitirán gustosamente todo cuanto aprendieron, así como todos sus logros. Los que todavía no están seguros también se unirán a nosotros y, al compartir nuestra certeza, la reforzarán todavía más. Y los que aún no han nacido, oirán la llamada que nosotros hemos oído, y la contestarán cuando hayan venido a elegir de nuevo. Hoy no elegimos sólo para nosotros.

¿No vale la pena acaso dedicar cinco minutos de tu tiempo cada hora a cambio de poder aceptar la felicidad que Dios te dio? ¿No vale la pena acaso dedicar cinco minutos de cada hora a fin de reconocer cuál es tu función especial aquí? ¿Qué son cinco minutos si a cambio de ello puedes recibir algo tan grande que es inconmensurable? Has hecho por lo menos mil tratos en los que saliste perdiendo.

He aquí una oferta que garantiza tu total liberación de cualquier clase de dolor y una dicha que no es de este mundo. Puedes intercambiar una pequeña parte de tu tiempo por paz interior y certeza de propósito, con la promesa de que triunfarás. Y puesto que el tiempo no tiene significado, se te está dando todo a cambio de nada. He aquí un trato en el que no puedes perder. Y lo que ganas es en verdad ilimitado.

Ofrécele hoy tu modesta dádiva de cinco minutos cada hora. Él impartirá a las palabras que utilices al practicar con la idea de hoy la profunda convicción y firmeza de las que tú careces. Sus palabras se unirán a las tuyas y harán de cada repetición de la idea de hoy una absoluta consagración, hecha con fe tan perfecta y segura como la que Él tiene en ti. La confianza que Él tiene en ti impartirá luz a todas las palabras que pronuncies, e irás más allá de su sonido a lo que verdaderamente significan. Hoy practicas con Él mientras dices:

Aceptaré el papel que me corresponde en el plan de Dios para la salvación.

En cada uno de los períodos de cinco minutos que pases con Él, Él aceptará tus palabras y te las devolverá radiantes de una fe y confianza tan grandes e inquebrantables que iluminarán el mundo con esperanza y felicidad. No dejes pasar ni una sola oportunidad de ser el feliz receptor de Sus regalos, para que a tu vez puedas dárselos hoy al mundo.

Ofrécele las palabras y Él se encargará del resto. Él te ayudará a entender tu función especial. Él allanará el camino que te conduce a la felicidad, y la paz y la confianza serán Sus regalos, Su respuesta a tus palabras. Él responderá con toda Su fe, dicha y certeza que lo que dices es verdad. Y entonces gozarás de la misma convicción de que goza Aquel que conoce tu función en la tierra así como en el Cielo. Él estará contigo durante cada sesión de práctica que compartas con Él, e intercambiará cada instante de tiempo que le ofrezcas por intemporalidad y paz.

Pasa la hora preparándote felizmente para los próximos cinco minutos que vas a volver a pasar con Él. Repite la idea de hoy mientras esperas la llegada de ese feliz momento. Repítela a menudo, y no te olvides de que cada vez que lo haces, preparas a tu mente para el feliz momento que se acerca.

Y cuando la hora haya transcurrido y Él esté ahí una vez más para pasar otro rato contigo, siéntete agradecido y deja a un lado toda tarea mundana, pensamiento insignificante o idea restrictiva, y pasa un feliz rato en Su compañía otra vez. Dile una vez más que aceptas el papel que Él quiere que asumas y que te ayudará a desempeñar, y Él hará que estés seguro de que deseas tomar esa decisión, la cual Él ya ha tomado contigo y tú con Él.

6.4.12

Lección 97.

SOY ESPÍRITU.

La idea de hoy te identifica a ti con tu único Ser. No acepta una identidad dividida, ni trata de formar una unidad entrelazando factores opuestos. Simplemente declara la verdad. Practica hoy esta verdad tan a menudo como puedas, pues extraerá a tu mente del conflicto y la llevará a los serenos campos de la paz. Ni el más leve escalofrío de miedo hará acto de presencia, pues habrá sido absuelta de la locura al haber abandonado la ilusión de una identidad dividida.

Volvemos a declarar la verdad acerca de tu Ser, el santo Hijo de Dios que mora en ti, a Cuya mente le ha sido restituida la cordura. Tú eres el espíritu que ha sido amorosamente dotado de todo el Amor, la paz y la dicha de tu Padre. Tú eres el espíritu que completa a Dios Mismo y que comparte con Él Su función de Creador. Él está siempre contigo, tal como tú estás con Él.

Hoy trataremos de acercar la realidad a tu mente todavía más. Cada vez que practicas, te vuelves cuando menos un poco más consciente, ahorrando en algunas ocasiones mil años o más. Los minutos que dedicas se multiplican una y otra vez, pues el milagro hace uso del tiempo, pero no está regido por él. La salvación es un milagro, el primero y el último; el primero que es el último, pues es uno.

Tú eres el espíritu en cuya mente mora el milagro en el que el tiempo se detiene; el milagro en el que un minuto que se dedique a la práctica de estas ideas se convierte en un lapso de tiempo ilimitado e infinito. Da, pues, gustosamente estos minutos, y cuenta con Aquel que prometió infundirlos de intemporalidad. Él respaldará con toda Su fortaleza cada pequeño esfuerzo que hagas. Concédele hoy los minutos que Él necesita para poder ayudarte a entender con Él que tú eres el espíritu que mora en Él y que hace un llamamiento a todas las cosas vivientes a través de Su Voz; el espíritu que ofrece Su visión a todo aquel que se la pide y que reemplaza el error con la simple verdad.

El Espíritu Santo se regocijará de tomar cinco minutos de cada hora de tu tiempo para llevarlos alrededor de este mundo afligido donde el dolor y la congoja parecen reinar. No pasará por alto ni una sola mente receptiva que esté dispuesta a aceptar los dones de curación que esos minutos brindan, y los concederá allí donde Él sabe que han de ser bien recibidos. Y su poder sanador aumentará cada vez que alguien los acepte como sus propios pensamientos y los use para curar.

De esta manera, cada ofrenda que se le haga se multiplicará miles de veces y decenas de miles más. Y cuando te sea devuelta, sobrepasará en poderío la pequeña ofrenda que hiciste, en forma parecida a como el resplandor del sol es infinitamente más potente que el pequeño destello que emite la luciérnaga en un fugaz instante antes de apagarse. El constante fulgor de esta luz permanecerá y te guiará más allá de las tinieblas; y jamás podrás olvidar el camino otra vez.

Comienza estos gratos ejercicios con las palabras que el Espíritu Santo te dice, y deja que su eco reverbere por todo el mundo a través de Él:

Espíritu soy, un santo Hijo de Dios; libre de toda limitación, a salvo, sano y pleno. Libre para perdonar y libre para salvar al mundo.

Expresado a través de ti, el Espíritu Santo aceptará este regalo que recibiste de Él, aumentará su poder y te lo devolverá.

Ofrécele gustosamente hoy cada sesión de práctica. Y Él te hablará, recordándote que eres espíritu, uno con Él y con Dios, uno con tus hermanos y con tu Ser. Escucha las seguridades que te da cada vez que pronuncias las palabras que Él te ofrece hoy, y permite que Él le diga a tu mente que son verdad. Utilízalas contra cualquier tentación, y evita las lamentables consecuencias que la tentación trae consigo si sucumbes a la creencia de que eres otra cosa. El Espíritu Santo te brinda paz hoy. Recibe Sus palabras, y ofréceselas a Él.

5.4.12

Lección 96.

LA SALVACIÓN PROCEDE DE MI ÚNICO SER.

Aunque eres un solo Ser, te percibes a ti mismo como si fueses dos: bueno y malo, lleno de amor y lleno de odio, mente y cuerpo. Esta sensación de estar dividido en dos estados opuestos da lugar a un constante y agudo conflicto, y conduce a desesperados intentos de reconciliar los aspectos contradictorios de esa auto-percepción. Has buscado muchas de estas soluciones reconciliatorias, pero ninguna de ellas te ha dado resultado. Los opuestos que percibes en ti jamás serán compatibles. Tan sólo uno de ellos existe.

Si has de salvarte, tienes que aceptar el hecho de que, por mucho que lo intentes, la verdad y lo ilusorio no pueden reconciliarse, independientemente de los medios que utilices o de dónde percibas el problema. Hasta que no aceptes esto, irás en pos de un sinnúmero de metas irrealizables, desperdiciarás el tiempo, tus esfuerzos serán en vano, fluctuarás entre la esperanza y la duda, y cada intento será tan fútil como el anterior y tan inútil como sin duda alguna habrá de ser el siguiente.

Los problemas que no tienen sentido no se pueden resolver dentro del marco en que se han planteado. Dos seres en conflicto supone una condición que no se puede resolver, y no puede haber tampoco un punto de encuentro entre el bien y el mal. El ser que tú fabricaste jamás podrá ser tu Ser, ni tampoco puede tu Ser dividirse en dos y seguir siendo lo que es y lo que no puede sino ser eternamente. Una mente y un cuerpo no pueden ambos coexistir. No trates de reconciliarlos, pues cada uno de ellos niega que el otro sea real. Si eres lo físico, tu mente desaparece del concepto que tienes de ti mismo, pues no tiene un lugar en el que realmente pueda ser parte de ti. Si eres espíritu, el cuerpo es entonces el que no tiene ningún sentido en tu realidad.

La mente es el medio del que el espíritu se vale para expresarse a Sí Mismo. Y la mente que sirve al espíritu está en paz y llena de gozo. Deriva su poder del espíritu y desempeña gustosamente su función aquí. La mente puede, por otro lado, verse también a sí misma como divorciada del espíritu y percibirse como dentro de un cuerpo al que confunde consigo misma. Sin su función, pues, no tiene paz, y la felicidad se vuelve algo ajeno a su pensamiento.

Mas una mente separada del espíritu no puede pensar. Ha negado la Fuente de su fortaleza, y se considera a sí misma desvalida, limitada y débil. Desasociada ahora de su función, cree estar sola y separada, atacada por ejércitos que se organizan contra ella; cree asimismo estar oculta en la frágil estructura del cuerpo. Ahora tiene que reconciliar lo que es diferente con lo que es lo mismo, pues para eso es para lo que piensa que es.

No pierdas más tiempo en esto. ¿Quién puede resolver los insensatos conflictos que los sueños presentan? ¿Qué significado podría tener en verdad su resolución? ¿Qué objeto tendría? ¿De qué serviría? La salvación no puede hacer que las ilusiones sean reales, ni tampoco resolver un problema que no existe. Tal vez albergas la esperanza de que puede. Mas ¿querrías que el plan de Dios para la liberación de Su amado Hijo le causase dolor a éste y además no lo liberase?

Tu Ser aún conserva Sus pensamientos, los cuales permanecen dentro de tu mente y en la Mente de Dios. El Espíritu Santo conserva la salvación en tu mente y le ofrece el camino de la paz. La salvación es un pensamiento que compartes con Dios porque Su Voz lo aceptó por ti y respondió en tu nombre que se había consumado. De esta manera, la salvación está salvaguardada entre los pensamientos que tu Ser aprecia y abriga por ti con amor.

Hoy intentaremos localizar este pensamiento, cuya presencia en tu mente está garantizada por Aquel que te habla desde tu único Ser. Nuestras prácticas de cinco minutos cada hora estarán dedicadas a buscar este Ser en tu mente. La salvación procede de Él a través de Aquel que es el puente entre tu mente y Él. Espera pacientemente y deja que Él te hable acerca de tu Ser y de lo que tu mente puede hacer una vez que haya sido restituida a Éste y se encuentre libre para servir Su Voluntad.

Comienza diciendo lo siguiente:


La salvación procede de mi único Ser. Sus pensamientos están a mi disposición.

Luego busca Sus pensamientos, y reclámalos como tuyos. Son tus pensamientos reales, los cuales has negado mientras dejabas que tu mente vagase por un mundo de sueños en busca de ilusiones que los sustituyesen. He aquí tus pensamientos, los únicos que tienes. La salvación se encuentra entre ellos. Hállala allí.

Si tienes éxito, los pensamientos que se te ocurran te dirán que te has salvado y que tu mente ha encontrado la función que procuró perder. Tu Ser le dará la bienvenida y la colmará de paz. Una vez que su fortaleza haya sido restaurada, tu mente podrá fluir de nuevo desde su espíritu al espíritu de todas las cosas creadas por el Espíritu a semejanza de Sí Mismo. Tu mente bendecirá todas las cosas. Una vez que la confusión haya cesado, quedarás restaurado, pues habrás hallado tu Ser.

Tu Ser sabe que hoy no puedes fracasar. Tal vez tu mente siga dudándolo por un rato, pero no te dejes desanimar por ello. Tu Ser conservará para ti la dicha que experimenta, y gozarás de ella con plena conciencia. Cada vez que dedicas cinco minutos de cada hora a buscar a Aquel que une a tu mente con tu Ser, le ofreces un tesoro adicional para que lo salvaguarde para ti.

Cada vez que le dices hoy a tu agitada mente que tu salvación procede de tu único Ser, añades otro tesoro más a tu creciente almacén. Y éste se le da en su totalidad a todo aquel que lo pida y acepte el regalo. Piensa, pues, cuánto se te está dando este día para que lo des, de manera que se te pueda dar a ti.

4.4.12

Lección 95.

SOY UN SOLO SER, UNIDO A MI CREADOR.
La idea de hoy te describe exactamente tal como Dios te creó. Eres uno solo contigo mismo y uno solo con Él. Tuya es la unidad de toda la creación. Tu perfecta unidad hace que cualquier cambio en ti sea imposible. No aceptas esto, ni te das cuenta de que no puede sino ser verdad, debido únicamente a que crees que ya has efectuado un cambio en ti.

Crees ser una ridícula parodia de la creación de Dios: débil, perverso, lleno de fealdad y de pecado, abatido por la miseria y agobiado por el dolor. Tal es la versión que tienes de ti mismo: un ser dividido en muchas partes conflictivas y separadas de Dios que a duras penas se mantienen unidas por su errático y caprichoso hacedor, a quien rezas. Él no oye tus rezos, pues es sordo. No ve tu unidad, pues es ciego. No entiende que tú eres el Hijo de Dios, pues es insensato y no comprende nada.

Hoy trataremos de ser conscientes únicamente de lo que puede oír y ver, y tiene perfecto sentido. Una vez más, la meta de nuestros ejercicios será llegar hasta tu único Ser, el Cual está unido a Su Creador. Lleno de paciencia y esperanza, hoy volveremos a tratar de llegar hasta Él.

Dedicar los primeros cinco minutos de cada hora de vigilia a practicar la idea del día te ofrece ciertas ventajas en la etapa de aprendizaje en la que te encuentras ahora. Es muy difícil a estas alturas evitar que la mente divague si se la somete a largos períodos de práctica. Seguramente ya te habrás percatado de esto. Has visto cuán grande es tu falta de disciplina mental y la necesidad que tienes de entrenar a tu mente. Es necesario que reconozcas esto, pues ciertamente es un obstáculo para tu progreso.

Las sesiones de práctica más cortas y más frecuentes te ofrecen otras ventajas en este momento. Además de haber reconocido cuán difícil te resulta mantener tu atención fija por largos intervalos, tienes también que haber notado que, a no ser que se te recuerde frecuentemente tu propósito, tiendes a olvidarte de él por largos períodos de tiempo. A menudo te olvidas de llevar a cabo las aplicaciones cortas de la idea del día, y aún no has formado el hábito de utilizar la idea como respuesta automática a cualquier tentación.

Es necesario, pues, que, a estas alturas, dispongas de cierta estructura en la que se incluyen recordatorios frecuentes de tu objetivo e intentos regulares de alcanzarlo. La regularidad en cuanto al horario, no es el requisito ideal para la forma más beneficiosa de practicar la salvación. Es algo ventajoso, no obstante, para aquellos cuya motivación es inconsistente y cuyas defensas contra el aprendizaje sontodavía muy fuertes.

Continuaremos, por lo tanto, con nuestras sesiones de práctica de cinco minutos cada hora por algún tiempo, y se te exhorta a que omitas las menos posibles. Utilizar los primeros cinco minutos de cada hora te resultará especialmente útil, ya que ello impone una estructura más firme. No obstante, no utilices tus desviaciones de este horario como una excusa para no volver a adherirte a él tan pronto como puedas. Puede que te sientas tentado de considerar el día como perdido simplemente porque dejaste de hacer lo que se requería de ti. Esto, no obstante, se debe reconocer sencillamente como lo que es: una renuencia por tu parte a permitir que el error sea corregido y una falta de buena voluntad para tratar de nuevo.

Tus errores no pueden hacer que el Espíritu Santo se demore en impartir Sus enseñanzas. Sólo tu renuencia a desprenderte de ellos puede hacerlo. Resolvamos, por consiguiente, especialmente durante los próximos siete u ocho días, estar dispuestos a perdonarnos a nosotros mismos nuestra falta de diligencia y el no seguir al pie de la letra las instrucciones que se nos dan para practicar la idea del día. Esta tolerancia con la debilidad nos permitirá pasarla por alto, en lugar de otorgarle el poder de demorar nuestro aprendizaje. Si le otorgarnos ese poder, creeremos que es fortaleza, y estaremos confundiendo la fortaleza con la debilidad.

Cuando no cumples con los requisitos de este curso, estás simplemente cometiendo un error. Y lo único que ello requiere es corrección. Permitir que el error siga repitiéndose es cometer errores adicionales, que se basan en el primero y que lo refuerzan. Éste es el proceso que debes dejar a un lado, pues no es sino otra manera de defender las ilusiones contra la verdad.

Deja atrás todos estos errores reconociéndolos simplemente como lo que son: intentos de mantener alejado de tu conciencia el hecho de que eres un solo Ser, unido a tu Creador, uno con cada aspecto de la creación y dotado de una paz y un poder infinitos. Esto es la verdad y nada más lo es. Hoy volveremos a afirmar esta verdad y a tratar de llegar a aquel lugar en ti donde no existe la menor duda de que sólo eso es verdad.

Comienza las sesiones de práctica de hoy con la siguiente garantía y ofrécesela a tu mente con toda la certeza de que puedas hacer acopio:

Soy un solo Ser, unido a mi Creador, uno con cada aspecto de la creación, dotado de una paz y un poder infinitos.

Luego cierra los ojos y repítela otra vez para tus adentros, lentamente y a conciencia, tratando de dejar que el significado de las palabras penetre en tu mente y reemplace todas tus ideas falsas:

Soy un solo Ser.

Repite esto varias veces y luego trata de experimentar lo que las palabras quieren decir.

Eres un solo Ser, unificado y a salvo en la luz, la dicha y la paz. Eres el Hijo de Dios, un solo Ser, con un solo Creador y un solo objetivo: brindar a todas las mentes la conciencia de esta unidad, de manera que la verdadera creación pueda extender la Totalidad y Unidad de Dios. Eres un solo Ser, completo, sano y pleno, con el poder de levantar el velo de tinieblas que se abate sobre el mundo y dejar que la luz que mora en ti resplandezca a fin de enseñarle a éste la verdad de lo que eres.

Eres un solo Ser, en perfecta armonía con todo lo que existe y con todo lo que jamás existirá. Eres un solo Ser, el santo Hijo de Dios, unido a tus hermanos en ese Ser y unido a tu Padre en Su Voluntad. Siente a este único Ser en ti, y deja que Su resplandor disipe todas tus ilusiones y dudas. Éste es tu Ser, el Hijo de Dios Mismo, impecable como Su Creador, Cuya fortaleza mora en ti y Cuyo Amor es eternamente tuyo. Eres un solo Ser, y se te ha concedido poder sentir este Ser dentro de ti y expulsar todas tus ilusiones fuera de la única Mente que es ese Ser, la santa verdad en ti.

No te olvides hoy. Necesitamos tu ayuda, el pequeño papel que te corresponde desempeñar para brindar felicidad a todo el mundo. Y el Cielo te contempla sabiendo que hoy vas a intentarlo. Comparte, por lo tanto, su certeza con él, pues es tuya. Mantente alerta. No te olvides hoy. Recuerda tu objetivo a lo largo del día. Repite la idea de hoy tan a menudo como puedas, comprendiendo que cada vez que lo haces, alguien oye la voz de la esperanza, el alborear de la verdad en su mente y el sereno batir de las alas de la paz.

Tu propio reconocimiento de que eres un solo Ser, unido a tu Padre, es un llamamiento a todo el mundo para que se una a ti. Asegúrate de extender la promesa de la idea de hoy a todo aquel con quien te encuentres en este día diciéndole:

Tú y yo somos un solo Ser, unidos con nuestro Creador en este Ser. Te honro por razón de lo que soy, y de lo que es Aquel que nos ama a ambos cual uno solo.

3.4.12

Lección 94.

SOY TAL COMO DIOS ME CREÓ.

Hoy continuamos con la idea que nos brinda total salvación; la afirmación que hace que toda forma de tentación sea impotente; el pensamiento que silencia al ego y lo desarma por completo. Eres tal como Dios te creó. Esta idea acalla todos los sonidos de este mundo, hace que sus vistas desaparezcan y borra para siempre todos los pensamientos que él jamás haya tenido. Con esta idea se alcanza la salvación. Con esta idea se restaura la cordura.

La verdadera luz es fortaleza, y la fortaleza es impecabilidad. Si sigues siendo tal como Dios te creó, tienes que ser fuerte, y la luz tiene que encontrarse en ti. Aquel que se aseguró de que fueses impecable, tiene que ser necesariamente la garantía de tu fortaleza y tu luz. Eres tal como Dios te creó. Las tinieblas no pueden ensombrecer la gloria del Hijo de Dios. Te encuentras en la luz, firme en la impecabilidad en la que fuiste creado y en la que permanecerás por toda la eternidad.

Hoy volveremos a dedicar los primeros cinco minutos de cada hora de vigilia a intentar sentir la verdad que se encuentra en ti. Comienza estos períodos de búsqueda con estas palabras:

Soy tal como Dios me creó. Soy Su Hijo eternamente.

Trata ahora de llegar hasta el Hijo de Dios en ti. Éste es el Ser que jamás pecó ni forjó una imagen para reemplazar a la realidad. Éste es el Ser que jamás abandonó Su morada en el seno de Dios para irse a deambular por el mundo. Éste es el Ser que no conoce el miedo, ni puede concebir lo que es la pérdida, el sufrimiento o la muerte.

Para alcanzar este objetivo no se requiere nada de ti, excepto que dejes a un lado todos los ídolos e imágenes de ti mismo, que vayas más allá de todos los atributos tanto buenos como malos que te hayas adjudicado a ti mismo y que aguardes la verdad con queda expectación. Dios Mismo ha prometido que ésta le será revelada a todo aquel que la pida. Tú la estás pidiendo ahora. No puedes fracasar porque Él no puede fracasar.

Si no cumples con el requisito de practicar durante los primeros cinco minutos de cada hora, por lo menos recuerda decirte a ti mismo una vez por hora:

Soy tal como Dios me creó. Soy Su Hijo eternamente.

Repite hoy frecuentemente para tus adentros que eres tal como Dios te creó. Y asegúrate de responder a cualquier persona que parezca irritarte con estas palabras:

Eres tal como Dios te creó. Eres Su Hijo eternamente.

Haz todo lo posible hoy por llevar a cabo los ejercicios que se deben hacer cada hora. Cada sesión de práctica será un paso gigantesco hacia tu liberación, y un hito en el proceso de aprender el sistema de pensamiento que este curso postula.

2.4.12

Lección 93.

LA LUZ, LA DICHA Y LA PAZ MORAN EN MÍ.

Crees ser la morada del mal, de las tinieblas y del pecado. Piensas que si alguien pudiese ver la verdad acerca de ti sentiría tal repulsión que se alejaría de ti como si de una serpiente venenosa se tratase. Piensas que si la verdad acerca de ti te fuese revelada, te sobrecogería un horror tan grande que te apresurarías de inmediato a quitarte la vida, pues sería imposible seguir viviendo después de haber contemplado semejante atrocidad.

Estas creencias están tan firmemente arraigadas en ti que resulta difícil hacerte entender que no tienen fundamento alguno. Que has cometido errores es obvio. Cierto es también, teniendo en cuenta lo que ahora crees, que has buscado la salvación por extraños caminos; que te has dejado engañar y que a tu vez has engañado; que has tenido miedo de fantasías pueriles y de sueños crueles y que te has postrado ante ídolos de polvo.

Hoy vamos a poner en tela de juicio todo esto, no desde el punto de vista de lo que piensas, sino desde un punto de referencia muy distinto, desde el cual tales pensamientos vanos carecen de sentido. Esos pensamientos no concuerdan con la Voluntad de Dios. Él no comparte contigo estas extrañas creencias. Esto es suficiente para probarte que son erróneas, pero tú no te das cuenta de ello.

¿Por qué no habrías de dar saltos de alegría cuando se te asegura que todo el mal que crees haber hecho nunca ocurrió; que todos tus pecados no son nada; que sigues siendo tan puro y santo como fuiste creado, y que la luz, la dicha y la paz moran en ti? La imagen que tienes de ti mismo no puede resistir la Voluntad de Dios. Tú piensas que eso es la muerte, sin embargo, es la vida. Tú piensas que se te está destruyendo, sin embargo, se te está salvando.

El ser que tú fabricaste no es el Hijo de Dios. Por lo tanto, no existe en absoluto. Y todo lo que aparentemente hace o piensa carece de significado. No es bueno ni malo. Es simplemente irreal; nada más. No batalla con el Hijo de Dios. No le hace daño ni ataca su paz. No ha alterado la creación en absoluto, ni ha convertido la eterna impecabilidad en pecado, o el amor en odio. ¿Qué poder puede poseer ese ser que tú fabricaste, cuando lo que hace es contradecir la Voluntad de Dios?

Tu impecabilidad está garantizada por Dios. Esto tiene que repetirse una y otra vez, hasta que se acepte. Es la verdad. Tu impecabilidad está garantizada por Dios. Nada puede afectarla, y nada puede cambiar lo que Dios creó eterno. El ser que tú fabricaste, lleno de maldad y de pecado, no es nada. Tu impecabilidad está garantizada por Dios, y la luz, la dicha y la paz moran en ti.

La salvación requiere que aceptes un solo pensamiento: que eres tal como Dios te creó, y no lo que has hecho de ti mismo. Sea cual sea el mal que creas haber hecho, eres tal como Dios te creó. Sean cuales sean los errores que hayas cometido, la verdad con respecto a ti permanece inalterada. La creación es eterna e inalterable. Tu impecabilidad está garantizada por Dios. Eres, y siempre serás, exactamente como fuiste creado. La luz, la dicha y la paz moran en ti porque ahí las puso Dios.

En nuestras sesiones de práctica más largas de hoy, las cuales serían más provechosas si las llevases a cabo durante los primeros cinco minutos de cada hora de vigilia, comienza afirmando la verdad acerca de tu creación:
La luz, la dicha y la paz moran en mí. Mi impecabilidad está garantizada por Dios.
Luego deja a un lado las disparatadas imágenes que tienes de ti mismo, y pasa el resto de la sesión de práctica tratando de experimentar lo que Dios te ha dado, en lugar de lo que tú has decretado para ti mismo.

Pues o bien eres lo que Dios creó, o bien lo que tú mismo has hecho de ti. Un Ser es real; el otro no existe. Trata de experimentar la unidad de tu único Ser. Trata de apreciar Su santidad y el Amor del que fue creado. Trata de no ser un obstáculo para el Ser que Dios creó como lo que tú eres, ocultando Su majestad tras los insignificantes ídolos de maldad y de pecado que has inventado para reemplazarlo. Permítele venir ahí donde le corresponde estar. Ahí estás tú; Eso es lo que eres. Y la luz, la dicha y la paz moran en ti porque esto es así.

Tal vez no estés dispuesto o no puedas dedicar los primeros cinco minutos de cada hora a hacer estos ejercicios. Trata, no obstante, de hacerlos cuando puedas. Acuérdate por lo menos de repetir estos pensamientos cada hora:

La luz, la dicha y la paz moran en mí. Mi impecabilidad está garantizada por Dios.

Trata luego de dedicar un minuto más o menos, con los ojos cerrados, a cobrar conciencia de que se trata de una afirmación de la verdad acerca de ti.

Si surge alguna situación que parezca perturbarte, desvanece la ilusión de miedo de inmediato, repitiendo de nuevo estos pensamientos. Si te sientes tentado de enfadarte con alguien, dile silenciosamente:

La luz, la dicha y la paz moran en ti. Tu impecabilidad está garantizada por Dios.

Hoy puedes hacer mucho por la salvación del mundo. Hoy puedes hacer mucho por desempeñar más fielmente el papel que Dios te ha asignado en la salvación. Y hoy puedes asimismo hacer mucho por convencer a tu mente de que la idea de hoy es en efecto la verdad.

1.4.12

Lección 92.

LOS MILAGROS SE VEN EN LA LUZ, Y LA LUZ Y LA FORTALEZA SON UNA.

La idea de hoy es una ampliación de la anterior. No asocias la luz con la fortaleza ni la oscuridad con la debilidad. Ello se debe a que tu idea de lo que significa ver está vinculada al cuerpo, a sus ojos y a su cerebro. De ahí que creas que puedes cambiar lo que ves poniendo trocitos de vidrio delante de tus ojos. Ésta es una de las muchas creencias mágicas que proceden de tu convicción de que eres un cuerpo y de que los ojos del cuerpo pueden ver.

Crees también que el cerebro puede pensar. Si comprendieses la naturaleza del pensamiento, no podrías por menos que reírte de esta idea tan descabellada. Es como si creyeses que eres tú el que sostiene el fósforo que le da al sol toda su luz y todo su calor; o quien sujeta al mundo firmemente en sus manos hasta que decidas soltarlo. Esto, sin embargo, no es más disparatado que creer que los ojos del cuerpo pueden ver o que el cerebro puede pensar.

La fortaleza de Dios que mora en ti es la luz en la que ves, de la misma manera como es Su Mente con la que piensas. Su fortaleza niega tu debilidad. Y es ésta la que ve a través de los ojos del cuerpo, escudriñando la oscuridad para contemplar lo que es semejante a ella misma: los mezquinos y los débiles, los enfermizos y los moribundos; los necesitados, los desvalidos y los amedrentados; los afligidos y los pobres, los hambrientos y los melancólicos. Esto es lo que se ve a través de los ojos que no pueden ver ni bendecir.

La fortaleza pasa por alto todas estas cosas al mirar más allá de las apariencias. Mantiene su mirada fija en la luz que se encuentra más allá de ellas. Se une a la luz de la que forma parte. Se ve a sí misma. Te brinda la luz en la que tu Ser aparece. En la oscuridad percibes un ser que no existe. La fortaleza es lo que es verdad con respecto a ti, mas la debilidad es un ídolo al que se honra y se venera falsamente a fin de disipar la fortaleza y permitir que la oscuridad reine allí donde Dios dispuso que hubiese luz.

La fortaleza procede de la verdad, y brilla con la luz que su Fuente le ha otorgado; la debilidad refleja la oscuridad de su hacedor. Está enferma, y lo que ve es la enfermedad, que es como ella misma. La verdad es un salvador, y su voluntad es que todo el mundo goce de paz y felicidad. La verdad le da el caudal ilimitado de su fortaleza a todo aquel que la pide. Reconoce que si a alguien le faltase algo, les faltaría a todos. Y por eso imparte su luz, para que todos puedan ver y beneficiarse cual uno solo. Todos comparten su fortaleza, de manera que ésta pueda brindarles a todos el milagro en el que ellos se unirán en propósito, perdón y amor.

La debilidad, que mira desde la oscuridad, no puede ver propósito alguno en el perdón o en el amor. Ve todo lo demás como diferente de ella misma, y no ve nada en el mundo que quisiera compartir. Juzga y condena, pero no ama. Permanece en la oscuridad para ocultarse, y sueña que es fuerte y victoriosa, vencedora de limitaciones que no hacen sino crecer descomunalmente en la oscuridad.

La debilidad se teme, se ataca y se odia a sí misma, y la oscuridad cubre todo lo que ve, dejándole sus sueños que son tan temibles como ella misma. Ahí no encontrarás milagros sino odio. La debilidad se separa de lo que ve, mientras que la luz y la fortaleza se perciben a sí mismas cual una sola. La luz de la fortaleza no es la luz que tú ves. No cambia, ni titila hasta finalmente extinguirse. No cambia cuando la noche se convierte en día, ni se convierte en oscuridad hasta que se hace de día otra vez.

La luz de la fortaleza es constante, tan segura como el amor y eternamente feliz de darse a sí misma, ya que no puede sino darse a lo que es ella misma. Nadie que pida compartir su visión lo hace en vano, y nadie que entre en su morada puede partir sin un milagro ante sus ojos y sin que la fortaleza y la luz moren en su corazón.

La fortaleza que mora en ti te ofrecerá luz y guiará tu visión para que no habites en las vanas sombras que los ojos del cuerpo te proveen a fin de que te engañes a ti mismo. La fortaleza y la luz se unen en ti, y ahí donde se unen, tu Ser se alza presto a recibirte como Suyo. Tal es el lugar de encuentro que hoy trataremos de hallar para descansar en él, pues la paz de Dios está ahí donde tu Ser, Su Hijo, aguarda ahora para encontrarse Consigo Mismo otra vez y volver a ser uno.

Dediquemos veinte minutos en dos ocasiones hoy a estar presentes en ese encuentro. Déjate conducir ante tu Ser. Su fortaleza será la luz en la que se te concederá el don de la visión. Deja atrás hoy la oscuridad por un rato, y practica ver en la luz, cerrando los ojos del cuerpo y pidiéndole a la verdad que te muestre cómo hallar el lugar de encuentro entre el ser y el Ser, en el que la luz y la fortaleza son una.

Así es como practicaremos mañana y noche. Después de la reunión de por la mañana, usaremos el día para prepararnos para la de por la noche, cuando nuevamente nos volveremos a reunir en confianza. Repitamos la idea de hoy tan a menudo como sea posible, y reconozcamos que es un preludio a la visión y que se nos está llevando de las tinieblas a la luz donde únicamente pueden percibirse milagros.

31.3.12

Lección 91.

LOS MILAGROS SE VEN EN LA LUZ.
Es importante recordar que los milagros y la visión van necesariamente de la mano. Esto necesita repetirse una y otra vez. Es una de las ideas centrales de tu nuevo sistema de pensamiento, y de la percepción a la que da lugar. El milagro está siempre aquí. Tu visión no causa su presencia, ni su ausencia es el resultado de que no veas. Es únicamente tu conciencia de los milagros la que se ve afectada. Los verás en la luz, mas no los verás en la oscuridad.

Para ti, pues, la luz es crucial. Mientras sigas en la oscuridad no podrás ver el milagro. Por lo tanto, estarás convencido de que no está ahí. Esto se deriva de las mismas premisas de las que procede la oscuridad. Negar la luz hace que te resulte imposible percibirla. No percibir la luz es percibir la oscuridad. La luz entonces no te sirve de nada, a pesar de que está ahí. No la puedes usar porque su presencia te es desconocida. Y la aparente realidad de la oscuridad hace que la idea de la luz no tenga sentido.

Si se te dijera que lo que no ves se encuentra ahí, ello te parecería una locura. Es muy difícil llegar a convencerse de que lo que en verdad es una locura es no ver lo que se encuentra ahí, y, en su lugar, ver lo que no está ahí. Tú no dudas de que los ojos del cuerpo puedan ver. No dudas de la realidad de las imágenes que te muestran. Tienes absoluta fe en la oscuridad, no en la luz. ¿Cómo se puede invertir esto? Tú no lo podrías hacer solo, pero no estás solo en esto.

Tus esfuerzos, por insignificantes que sean, están fuertemente respaldados. Sólo con que te percatases de cuán grande es esa fortaleza, tus dudas desaparecerían. Hoy dedicaremos el día a tratar de que sientas esa fortaleza. Cuando hayas sentido la fortaleza que mora en ti, la cual pone fácilmente a tu alcance todos los milagros, dejarás de dudar. Los milagros que tu sensación de debilidad ocultan se harán patentes de inmediato en tu conciencia una vez que sientas la fortaleza que mora en ti.

Reserva diez minutos en tres ocasiones hoy para tener un rato de quietud en el que trates de dejar atrás tu debilidad. Esto se puede lograr fácilmente si te das instrucciones a ti mismo de que no eres un cuerpo. La fe se canaliza hacia lo que deseas, y tú diriges la mente en conformidad con ello. Tu voluntad sigue siendo tu maestro, y dispone de toda la fortaleza necesaria para hacer lo que desea. Puedes escaparte del cuerpo si así lo decides. Puedes experimentar la fortaleza que mora en ti.

Comienza las sesiones de práctica más largas con esta declaración que entraña una auténtica relación de causa y efecto:

Los milagros se ven en la luz. Los ojos del cuerpo no perciben la luz. Mas yo no soy un cuerpo. ¿Qué soy entonces?

La pregunta con la que finaliza esta declaración es crucial para los ejercicios de hoy. Lo que piensas que eres es una creencia que debe ser erradicada. Pero lo que realmente eres es algo que tiene que serte revelado. La creencia de que eres un cuerpo necesita ser corregida, ya que es un error. La verdad de lo que eres apela a la fortaleza que mora en ti para que lleve a tu conciencia lo que el error oculta.

Si no eres un cuerpo, ¿qué eres entonces? Necesitas hacerte consciente de lo que el Espíritu Santo utiliza para reemplazar en tu mente la imagen de que eres un cuerpo. Necesitas sentir algo en lo que depositar tu fe a medida que la retiras del cuerpo. Necesitas tener una experiencia real de otra cosa, algo más sólido y seguro; algo más digno de tu fe y que realmente esté ahí.

Si no eres un cuerpo, ¿qué eres entonces? Hazte esta pregunta honestamente, y dedica después varios minutos a dejar que los pensamientos erróneos que tienes acerca de tus atributos sean corregidos y a que sus opuestos ocupen su lugar. Puedes decir, por ejemplo:

No soy débil, sino fuerte. No soy un inútil, sino alguien todopoderoso. No estoy limitado, sino que soy ilimitado. No tengo dudas, sino seguridad. No soy una ilusión, sino algo real. No puedo ver en la oscuridad, sino en la luz.

En la segunda parte de tu sesión de práctica, trata de experimentar estas verdades acerca de ti mismo. Concéntrate en especial en la experiencia de fortaleza. Recuerda que toda sensación de debilidad está asociada con la creencia de que eres un cuerpo, la cual es una creencia errónea y no merece que se tenga fe en ella. Deja de tener fe en ella, aunque sólo sea por un instante. A medida que avancemos te irás acostumbrando a tener fe en lo que es más valioso en ti.

Relájate durante el resto de la sesión de práctica, confiando en que tus esfuerzos, por insignificantes que sean, tienen todo el respaldo de la fortaleza de Dios y de todos Sus Pensamientos. De Ellos es de donde procederá tu fortaleza. A través de Su fuerte respaldo es como sentirás la fortaleza que mora en ti. Dios y todos Sus Pensamientos se unen a ti en esta sesión de práctica, en la que compartes un propósito semejante al de Ellos. De Ellos es la luz en la que verás milagros porque Su fortaleza es tuya. Su fortaleza se convierte en tus ojos para que puedas ver.

Cinco o seis veces por hora, a intervalos razonablemente regulares, recuérdate a ti mismo que los milagros se ven en la luz. Asegúrate también de hacerle frente a cualquier tentación con la idea de hoy. La siguiente variación podría resultarte útil para este propósito especial:

Los milagros se ven en la luz. No voy a cerrar los ojos por causa de esto.

30.3.12

Lección 90- Sesiones de Repaso 79 a 80

79. PERMÍTASEME RECONOCER EL PROBLEMA PARA QUE PUEDA SER RESUELTO.

Hoy quiero darme cuenta de que el problema es siempre alguna forma de resentimiento que quiero abrigar. Quiero comprender también que la solución es siempre un milagro al que le permito ocupar el lugar del resentimiento. Hoy quiero recordar la simplicidad de la salvación, reforzando la lección de que sólo hay un problema y sólo una solución. El problema es un resentimiento; la solución, un milagro. E invito a la solución cuando perdono la causa del resentimiento y le doy la bienvenida al milagro que entonces ocupa su lugar. Para las aplicaciones concretas de esta idea puedes usar las siguientes variaciones:

Esto supone un problema para mí que quiero que se resuelva.
El milagro que se encuentra tras este resentimiento lo resolverá por mí.
La solución de este problema es el milagro que el problema oculta.




80. PERMÍTASEME RECONOCER QUE MIS PROBLEMAS SE HAN RESUELTO.

La única razón de que parezca tener problemas es que estoy usando el tiempo indebidamente. Creo que el problema ocurre primero, y que debe transcurrir cierto tiempo antes de que pueda resolverse. No veo el problema y la solución como acontecimientos simultáneos. Ello se debe a que aún no me he dado cuenta de que Dios ubicó la solución junto al problema, de manera que el tiempo no los pudiera separar. El Espíritu Santo me enseñará esto si se lo permito. Y comprenderé que es imposible que yo pudiera tener un problema que no se hubiese resuelto ya. Las siguientes variaciones de la idea de hoy resultarán útiles para las aplicaciones concretas:

No tengo que esperar a que esto se resuelva.
La solución a este problema ya se me ha dado, si estoy dispuesto a aceptarla.
El tiempo no puede separar este problema de su solución.

29.3.12

Lección 89 - Sesiones de Repaso 77 a 78.

77. TENGO DERECHO A LOS MILAGROS.
Tengo derecho a los milagros porque no me gobiernan otras leyes que las de Dios. Sus leyes me liberan de todos mis resentimientos y los reemplazan con milagros. Voy a aceptar los milagros en lugar de los resentimientos, los cuales no son sino ilusiones que ocultan los milagros que se encuentran tras ellos. Voy a aceptar ahora solamente aquello a lo que las leyes de Dios me dan derecho, de manera que pueda usarlo en beneficio de la función que Él me ha dado. Puedes usar las siguientes sugerencias para las aplicaciones concretas de esta idea:

Detrás de esto hay un milagro al que tengo derecho. No voy a abrigar ningún resentimiento contra ti, [nombre], sino que te voy a ofrecer el milagro al que tienes derecho. Visto correctamente, esto me ofrece un milagro.


78. ¡QUE LOS MILAGROS REEMPLACEN TODOS MIS RESENTIMIENTOS!
Mediante esta idea uno mi voluntad a la del Espíritu Santo y percibo las dos cual una sola. Mediante esta idea acepto mi liberación del infierno. Mediante esta idea expreso que estoy dispuesto a que todas mis ilusiones sean reemplazadas por la verdad de acuerdo con el plan de Dios para mi salvación. No haré excepciones ni sustituciones: Lo que quiero es todo el Cielo y sólo el Cielo, tal como la Voluntad de Dios ha dispuesto que lo tenga. Las variaciones que pueden resultar útiles a la hora de aplicar concretamente la idea son:

No quiero excluir este resentimiento de mi salvación. (Nombre], dejemos que los milagros reemplacen todos nuestros resentimientos. Detrás de esto se encuentra el milagro que reemplaza todos mis resentimientos.

28.3.12

Lección 88- Sesiones de Repaso 75 a 76.

75. LA LUZ HA LLEGADO.

Al elegir la salvación en lugar del ataque, estoy simplemente eligiendo reconocer lo que ya está ahí. La salvación es una decisión que ya se tomó. El ataque y los resentimientos no existen como opciones. Por eso es por lo que siempre elijo entre la verdad y la ilusión; entre lo que está ahí y lo que no está ahí. La luz ha llegado. Solamente puedo elegir la luz porque no hay otra alternativa. La luz ha reemplazado a la oscuridad, y la oscuridad ha desaparecido. Las siguientes variaciones pueden ser útiles para las aplicaciones concretas de esta idea:

Esto no puede mostrarme la oscuridad, pues la luz ha llegado. Tu luz, [nombre] es lo único que quiero ver. No quiero ver en esto más que lo que hay ahí.


76. NO ME GOBIERNAN OTRAS LEYES QUE LAS DE DIOS.
He aquí la perfecta declaración de mi libertad. No me gobiernan otras leyes que las de Dios. La tentación de inventar otras leyes y de permitir que me subyuguen me acecha constantemente. Sufro únicamente porque creo en ellas. Pero en realidad no me afectan en absoluto. Estoy perfectamente a salvo de los efectos de cualquier ley, excepto las de Dios. Y las Suyas son las leyes de la libertad. Para las aplicaciones concretas de esta idea, las siguientes variaciones pueden resultar útiles:

Mi percepción de esto me muestra que creo en leyes que no existen. Veo únicamente las leyes de Dios operando en esto. Permítaseme dejar que sean las leyes de Dios las que operen en esto, y no las mías.

27.3.12

Lección 87- Sesiones de Repaso 73 a 74.

73. MI VOLUNTAD ES QUE HAYA LUZ.

Hoy haré uso del poder de mi voluntad. No es mi voluntad andar a tientas en la oscuridad, temeroso de las sombras y amedrentado por cosas invisibles e irreales. La luz será mi guía hoy. La seguiré a donde me lleve, y contemplaré únicamente lo que me muestre. Éste será el día en que experimentaré la paz de la verdadera percepción. Las siguientes variaciones de esta idea pueden ser útiles para las aplicaciones concretas:

Esto no puede ocultar la luz que es mi voluntad ver.


(Nombre], estás en la luz junto conmigo. En la luz esto se verá de otra manera.


74. NO HAY MÁS VOLUNTAD QUE LA DE DIOS.

Estoy a salvo hoy porque no hay más voluntad que la de Dios. Siento miedo sólo cuando creo que hay otra voluntad. Trato de atacar únicamente cuando tengo miedo, y sólo cuando trato de atacar puedo creer que mi eterna seguridad se ve amenazada. Hoy reconoceré que nada de esto ha ocurrido. Estoy a salvo porque no hay más voluntad que la de Dios. Las siguientes son algunas variaciones de la idea que pueden ser útiles para las aplicaciones concretas:

Permítaseme percibir esto en conformidad con la Voluntad de Dios.


La Voluntad de Dios, así como la mía, es que tú, [nombre], seas Su Hijo.


Esto es parte de lo que la Voluntad de Dios ha dispuesto para mí, independientemente de cómo yo lo vea.

26.3.12

Lección 86- Sesiones de Repaso 71 a 72.

71. SÓLO EL PLAN DE DIOS PARA LA SALVACIÓN TENDRÁ ÉXITO.
Es inútil que ande buscando febrilmente la salvación por todas partes. La he visto en muchas personas y en muchas cosas, pero cada vez que traté de alcanzarla no estaba allí. Estaba equivocado con respecto a dónde se encuentra. Estaba equivocado con respecto a lo que es. Ya no emprenderé más búsquedas inútiles. Sólo el plan de Dios para la salvación tendrá éxito. Y me regocijaré porque Su plan jamás puede fallar. Estas son algunas de las variaciones que se sugieren para las aplicaciones más concretas de la idea:

El plan de Dios para la salvación me librará de mi percepción de esto. Esto no es una excepción al plan de Dios para la salvación. Quiero percibir esto únicamente a la luz del plan de Dios para la salvación.

72. ABRIGAR RESENTIMIENTOS ES UN ATAQUE CONTRA EL PLAN DE DIOS PARA LA SALVACIÓN.
Abrigar resentimientos es un intento de probar que el plan de Dios para la salvación fracasará. Sin embargo, sólo Su plan puede tener éxito. Al abrigar resentimientos, por lo tanto, estoy excluyendo de mi conciencia mi única esperanza de salvación. Mas no quiero seguir yendo en contra de mis propios intereses de esta manera tan descabellada. Quiero aceptar el plan de Dios para la salvación y ser feliz. Las aplicaciones concretas de esta idea pueden hacerse utilizando las siguientes variaciones:

Según contemplo esto estoy eligiendo entre la percepción falsa y la salvación. Si veo motivos en esto para abrigar resentimientos, no veré motivos que justifiquen mi salvación. Esto es un llamamiento a la salvación, no al ataque.

25.3.12

Lección 85 - Sesiones de Repaso 69 a 70.

69. Mis resentimientos ocultan la luz del mundo en mí.

Mis resentimientos me muestran lo que no está ahí y me ocultan lo que quiero ver. Habiendo reconocido esto, ¿para qué los quiero? Mis resentimientos me mantienen en la oscuridad y ocultan la luz. Los resentimientos y la luz no pueden coexistir, pero la luz y la visión tienen que unirse para que yo pueda ver. Y para poder ver tengo que desprenderme de mis resentimientos. Quiero ver, y ése será el medio por el que lo lograré. Las aplicaciones concretas de esta idea podrían hacerse de la siguiente manera:


No permitas que haga de esto un obstáculo a la visión. La luz del mundo desvanecerá todo esto con su resplandor. No tengo necesidad de esto. Lo que quiero es ver.

70. Mi salvación procede de mí.

Hoy reconoceré dónde está mi salvación. Está en mí porque ahí es donde está su Fuente. No ha abandonado su Fuente, por lo tanto, no pudo haber abandonado mi mente. Dejaré de buscarla fuera de mí mismo. No es algo que se encuentre afuera y luego tenga que traerse adentro. Se extenderá desde dentro de mí, y todo aquello que vea no hará sino reflejar la luz que brilla en mí y en sí mismo. Las siguientes variaciones de la idea son apropiadas para las aplicaciones más concretas:

No dejaré que esto me tiente a buscar mi salvación fuera de mí mismo. No permitiré que esto interfiera en la conciencia que tengo de la Fuente de mi salvación. Esto no puede privarme de la salvación.

24.3.12

Lección 84 - Sesiones de Repaso 67 a 68.

67. El Amor me creó a semejanza de Sí mismo.
He sido creado a semejanza de mi Creador. No puedo sufrir, no puedo experimentar pérdidas y no puedo morir. No soy un cuerpo. Hoy quiero reconocer mi realidad. No adoraré ídolos ni exaltaré el concepto que he forjado de mí mismo para reemplazar a mi Ser. He sido creado a semejanza de mi Creador. El Amor me creó a semejanza de Sí Mismo. Las siguientes variaciones te pueden resultar útiles para las aplicaciones concretas de la idea:

No me dejes ver en esto una ilusión de mí mismo.
Mientras contemplo esto, quiero recordar a mi Creador.
Mi Creador no creó esto como yo lo estoy viendo
.

68. El Amor no abriga resentimientos.
Los resentimientos son algo completamente ajeno al amor. Los resentimientos atacan al amor y oscurecen su luz. Si abrigo resentimientos estoy atacando al amor y, por ende, atacando mi Ser. De este modo, mi Ser se vuelve un extraño para mí. Estoy decidido a no atacar a mi Ser hoy, de manera que pueda recordar Quién soy. Estas variaciones de la idea te resultarán útiles para las aplicaciones concretas:

Esto no justifica el que niegue mi Ser.
No me valdré de esto para atacar al amor.
No dejaré que esto me tiente a atacarme a mí mismo.

23.3.12

Lección 83 - Sesiones de Repaso 65 a 66.

65. Mi única función es la que Dios me dio.

No tengo otra función salvo la que Dios me dio. Este reconocimiento me libera de todo conflicto porque significa que no puedo tener metas conflictivas. Al tener un solo propósito, siempre estoy seguro de lo que debo hacer, de lo que debo decir y de lo que debo pensar. Toda duda no puede sino desaparecer cuando reconozco que mi única función es la que Dios me dio. Las aplicaciones más concretas de esta idea podrían hacerse con las siguientes variaciones:

Mi percepción de esto no altera mi función. Esto no me confiere una función distinta de la que Dios me dio. No me valdré de esto para justificar una función que Dios no me dio.


66. Mi función y mi felicidad son una.

Todas las cosas que proceden de Dios son una Proceden de la Unicidad* y tienen que ser recibidas cual una sola. Desempeñar mi función es mi felicidad porque ambas cosas proceden de la misma Fuente. Y debo aprender a reconocer lo que me hace feliz, si es que he de encontrar la felicidad. Algunas variaciones útiles para aplicar concretamente esta idea podrían ser:

Esto no puede separar mi felicidad de mi función. La unidad que existe entre mi felicidad y mi función no se ve afectada en modo alguno por esto. Nada, incluido esto, puede justificar la ilusión de que puedo ser feliz si dejo de cumplir mi función.

22.3.12

Lección 82 - Sesiones de Repaso 63 a 64.

63. La luz del mundo le brinda paz a todas las mentes a través de mi perdón.

Mi perdón es el medio por el que la luz del mundo se expresa a través de mí. Mi perdón es el medio por el que cobro conciencia de la luz del mundo en mí. Mi perdón es el medio por el que el mundo sana, junto conmigo. Permítaseme, entonces, perdonar al mundo para que éste pueda sanar junto conmigo. Algunas sugerencias para las aplicaciones concretas de esta idea son:

Que la paz se extienda desde mi mente hasta la tuya, [nombre]. Comparto la luz del mundo contigo, [nombre]. Mediante mi perdón puedo ver esto tal como es.

64. No dejes que me olvide de mi función.

No me olvidaré de mi función porque quiero recordar mi Ser. No puedo desempeñar mi función si la olvido. Y a menos que desempeñe mi función, no experimentaré la dicha que Dios dispone que yo tenga. Algunas variaciones específicas de esta idea son:

No me valdré de esto para ocultarme a mí mismo mi función. Me valdré de esto como una oportunidad para desempeñar mi función. Esto podrá ser una amenaza para mi ego, pero no puede alterar mi función en modo alguno.

21.3.12

Lección 81 - Sesiones de Repaso 61 a 62.


61. Yo soy la luz del mundo.
¡Cuán santo soy yo, a quien se le ha encomendado la función de iluminar el mundo! Concédaseme poder permanecer en quietud ante mi santidad. Que en su serena luz desaparezcan todos mis conflictos. Y que en su paz pueda recordar Quién soy. Algunas variaciones específicas para aplicar esta idea cuando parezcan surgir dificultades podrían ser:
No he de nublar la luz del mundo en mí. Que la luz del mundo resplandezca a través de esta apariencia. Esta sombra desaparecerá ante la luz.

62. Perdonar es mi función por ser la luz del mundo.
Sólo aceptando mi función podré ver la luz en mí. Y en esa luz mi función se perfilará claramente y sin ambigüedad alguna ante mis ojos. Esta aceptación no depende de que yo reconozca lo que mi función es, pues aún no comprendo lo que es el perdón. Sin embargo, confío en que en la luz lo veré tal como es. Algunas variaciones para las aplicaciones más concretas de esta idea podrían ser:
Que esto me ayude a aprender el significado del perdón. No dejes que separe mi función de mi voluntad. No me valdré de esto para apoyar un propósito ajeno a mí.


20.3.12

Lección 80.

Permítaseme reconocer que mis problemas se han resuelto.

Si estás dispuesto a reconocer tus problemas, reconocerás que no tienes ninguno. Tu problema central se ha resuelto y no tienes ningún otro. Por lo tanto, debes sentirte en paz. La salvación, pues, depende de que reconozcas que ése es el único problema y de que entiendas que ya se ha resuelto. Un solo problema, una sola solución. La salvación se ha consumado. Se te ha liberado de todo conflicto. Acepta este hecho, y estarás listo para ocupar el puesto que te corresponde en el plan de Dios para la salvación.

¡Tu único problema ya se ha resuelto! Repite esto hoy para tus adentros una y otra vez a lo largo del día, con gratitud y convicción. Has reconocido tu único problema, dándole así paso al Espíritu Santo para que te dé la respuesta de Dios. Has dejado a un lado las decepciones y has visto la luz de la verdad. Has aceptado la salvación para ti mismo al llevar el problema a la solución. Y puedes reconocer la solución porque has identificado el problema.

Hoy tienes derecho a la paz. Un problema que ya se ha resuelto no te puede perturbar. Asegúrate únicamente de no olvidarte que todos los problemas son uno solo. Sus múltiples formas no te podrán engañar, mientras te acuerdes de esto. Un solo problema, una sola solución. Acepta la paz que te brinda esta sencilla afirmación.

En nuestras sesiones de práctica más largas de hoy reivindicaremos la paz que inevitablemente será nuestra una vez que el problema y la solución se hayan reconciliado. El problema tiene que haber desaparecido porque la respuesta de Dios no puede fallar. Al haber reconocido el problema has reconocido la solución. La solución es inherente al problema. Se te ha contestado, y tú has aceptado la respuesta. Te has salvado.

Permite ahora que se te dé la paz que tu aceptación te brinda. Cierra los ojos y recibe tu recompensa. Reconoce que tus problemas se han resuelto. Reconoce que no tienes conflictos, y que estás libre y en paz. Sobre todo, recuerda que tienes un solo problema y que el problema tiene una sola solución. En esto reside la simplicidad de la salvación. Por eso es por lo que su eficacia está garantizada.

Afirma hoy con frecuencia que tus problemas ya se han resuelto. Repite la idea con absoluta convicción tan a menudo como sea posible. Y asegúrate en particular, de aplicar la idea de hoy a cualquier problema concreto que pueda surgir. Di de inmediato:

Permítaseme reconocer que este problema ya se ha resuelto.

Propongámonos no acumular resentimientos hoy. Propongámonos estar libres de problemas que no existen: Para lograr esto sólo se requiere honestidad. No te engañes con respecto a cuál es el problema, y no podrás sino reconocer que se ha resuelto.

19.3.12

Lección 79.

Permítaseme reconocer el problema para que pueda ser resuelto.
No puedes resolver un problema a menos que sepas de qué se trata. Incluso si ya está resuelto, lo seguirás teniendo porque no reconocerás que ya se ha resuelto. Ésta es la situación del mundo. El problema de la separación, que es en realidad el único problema que hay, ya se ha resuelto. No obstante, la solución no se ha reconocido porque no se ha reconocido el problema.

En este mundo cada cual parece tener sus propios problemas. Mas todos ellos son el mismo problema, y se tiene que reconocer que son el mismo si es que se ha de aceptar la única solución que los resuelve a todos. Ahora bien, ¿quién puede darse cuenta de que un problema se ha resuelto si piensa que el problema es otra cosa? Aun si se le proporcionara la respuesta, no podría ver su relevancia.

Ésta es la situación en la que te encuentras ahora. Dispones de la respuesta, pero todavía no estás seguro de cuál es el problema. Pareces enfrentarte a una larga serie de problemas, los cuales son todos diferentes entre sí, y cuando uno se resuelve, surge otro y luego otro. No parecen tener fin. En ningún momento te sientes completamente libre de problemas y en paz.

La tentación de considerar que los problemas son múltiples es la tentación de dejar el problema de la separación sin resolver. El mundo parece presentarte una multitud de problemas, y cada uno parece requerir una solución distinta. Esta percepción te coloca en una posición en la que tu manera de resolver problemas no puede sino ser inadecuada, haciendo así que el fracaso sea inevitable.

Nadie podría resolver todos los problemas que el mundo parece tener. Éstos parecen manifestarse en tantos niveles, en formas tan variadas y con contenidos tan diversos, que crees enfrentarte a una situación imposible. Tal como los percibes, el desaliento y la depresión son inevitables. Algunos surgen inesperadamente, justo cuando creías haber resuelto los anteriores. Otros permanecen sin resolver bajo una nube de negación, y emergen de vez en cuando para atormentarte, mas sólo para volver a quedar ocultos pero aún sin resolver.

Toda esta complejidad no es más que un intento desesperado de no reconocer el problema y, por lo tanto, de no permitir que se resuelva. Si pudieses reconocer que, sea cual fuere la forma en que se manifieste, el único problema que tienes es el de la separación, aceptarías la respuesta, puesto que verías su relevancia. Si advirtieras el común denominador que subyace a todos los problemas a los que pareces enfrentarte, comprenderías que dispones de los medios para resolverlos todos. Y emplearías los medios porque habrías reconocido el problema.

En nuestras sesiones de práctica más largas de hoy preguntaremos cuál es el problema y cuál es su solución. No asumiremos que ya lo sabernos., Trataremos de liberar a nuestras mentes de las innumerables clases de problemas que creemos tener. Trataremos de darnos cuenta de que sólo tenemos un problema, el cual no hemos reconocido. Preguntaremos cuál es ese problema y esperaremos la respuesta. Ésta se nos dará. Luego preguntaremos cuál es su solución. Y ésta se nos dará también.

Los ejercicios de hoy serán fructíferos en la medida en que no insistas en querer definir el problema. Quizá no logres abandonar todas tus ideas preconcebidas, pero eso no es necesario. Lo único que es necesario es poner mínimamente en duda la realidad de tu versión de lo que son tus problemas. Estás tratando de darte cuenta de que al reconocer el problema se te da la respuesta, de manera que problema y respuesta puedan reconciliarse y tú puedas quedar en paz.

Las sesiones de práctica cortas de hoy no estarán regidas por el reloj, sino por la necesidad. Hoy verás muchos problemas, y cada uno de ellos parecerá requerir una solución distinta. Nuestros esfuerzos estarán encaminados al reconocimiento de que no hay más que un solo problema y una sola solución. Con este reconocimiento se resuelven todos los problemas. Con este reconocimiento arriba la paz.

No te dejes engañar hoy por la forma en que se manifiestan los problemas. Cada vez que parezca surgir alguna dificultad, di de inmediato:


Permítaseme reconocer este problema para que pueda ser resuelto.

Trata entonces de suspender todo juicio con respecto a lo que el problema es. A ser posible, cierra los ojos por un momento y pregunta cuál es el problema. Serás escuchado y se te responderá.

18.3.12

Lección 78.

Que los milagros reemplacen todos mis resentimientos.

Tal vez aún no esté completamente claro para ti el hecho de que en cada decisión que tomas estás eligiendo entre un resentimiento y un milagro. Cada resentimiento se alza cual tenebroso escudo de odio ante el milagro que pretende ocultar. Y al alzarlo ante tus ojos no puedes ver el milagro que se encuentra tras él. Éste, no obstante, sigue allí aguardándote en la luz, pero en lugar de él contemplas tus resentimientos.

Hoy vamos a ir más allá de los resentimientos para contemplar el milagro en lugar de ellos. Invertiremos la manera como ves al no dejar que tu vista se detenga antes de que veas. No esperaremos frente al escudo de odio, sino que lo dejaremos caer, y, suavemente, alzaremos los ojos en silencio para contemplar al Hijo de Dios.

Él te espera tras todos tus resentimientos, y a medida que dejas éstos de lado, él aparecerá radiante de luz en el lugar que antes ocupaba cada uno de ellos. Pues cada resentimiento constituye un obstáculo a la visión, mas según se elimina, puedes ver al Hijo de Dios allí donde él siempre ha estado. Él se encuentra en la luz, pero tú estabas en las tinieblas. Cada resentimiento hacía que las tinieblas fuesen aún más tenebrosas, lo cual te impedía ver.

Hoy intentaremos ver al Hijo de Dios. No nos haremos los ciegos para no verlo; no vamos a contemplar nuestros resentimientos. Así es como se invierte la manera de ver del mundo, al nosotros dirigir nuestra mirada hacia la verdad y apartarla del miedo. Seleccionaremos a alguien que haya sido objeto de tus resentimientos y, dejando éstos a un lado, lo contemplaremos. Quizá es alguien a quien temes o incluso odias; o alguien a quien crees amar, pero que te hizo enfadar; alguien a quien llamas amigo, pero que en ocasiones te resulta pesado o difícil de complacer; alguien exigente, irritante o que no se ajusta al ideal que debería aceptar como suyo, de acuerdo con el papel que tú le has asignado.

Ya sabes de quien se trata: su nombre ya ha cruzado tu mente. En él es en quien pedimos que se te muestre el Hijo de Dios. Al contemplarlo sin los resentimientos que has abrigado en su contra, descubrirás que lo que permanecía oculto cuando no lo veías, se encuentra en todo el mundo y se puede ver. El que era un enemigo es más que un amigo cuando está en libertad de asumir el santo papel que el Espíritu Santo le ha asignado. Deja que él sea hoy tu salvador. Tal es su función en el plan de Dios, tu Padre.

En nuestras sesiones de práctica más largas de hoy lo veremos asumiendo ese papel. Pero primero intenta mantener su imagen en tu mente tal como lo ves ahora. Pasa revista a sus faltas, a las dificultades que has tenido con él, al dolor que te ha causado, a sus descuidos y a todos los disgustos grandes y pequeños que te ha ocasionado. Contempla las imperfecciones de su cuerpo así como sus rasgos más atractivos, y piensa en sus errores e incluso en sus “pecados”.

Pidámosle entonces a Aquél que conoce la realidad y la verdad de este Hijo de Dios, que se nos conceda poder contemplarlo de otra manera y ver a nuestro salvador resplandeciendo en la luz del verdadero perdón que se nos ha concedido. En el santo Nombre de Dios y en el de Su Hijo, que es tan santo como Él, le pedimos:

Quiero contemplar a mi salvador en éste a quien Tú has designado como aquel al que debo pedir que me guíe hasta la santa luz en la que él se encuentra, de modo que pueda unirme a él.

Los ojos del cuerpo están cerrados, y mientras piensas en aquel que te agravió, deja que a tu mente se le muestre la luz que brilla en él más allá de tus resentimientos.

Lo que has pedido no se te puede negar. Tu salvador ha estado esperando esto hace mucho tiempo. Él quiere ser libre y hacer que su libertad sea también la tuya. El Espíritu Santo se extiende desde él hasta ti, y no ve separación alguna en el Hijo de Dios. Y lo que ves a través de Él os liberará a ambos. Mantente muy quedo ahora, y contempla a tu radiante salvador. Ningún sombrío resentimiento nubla la visión que tienes de él. Le has permitido al Espíritu Santo expresar a través de ese hermano el papel que Dios le asignó a Él para que tú te pudieses salvar.

Dios te da las gracias por estos momentos de sosiego en que dejas a un lado tus imágenes para ver en su lugar el milagro de amor que el Espíritu Santo te muestra. Tanto el mundo como el Cielo te dan las gracias, pues ni uno solo de los Pensamientos de Dios puede sino regocijarse por tu salvación y por la del mundo entero junto contigo.

Recordaremos esto a lo largo del día, y asumiremos el papel que se nos ha asignado como parte del plan de Dios para la salvación, y no del nuestro. La tentación desaparece cuando permitimos que todo aquel que se cruza en nuestro camino sea nuestro salvador, rehusándonos a ocultar su luz tras la pantalla de nuestros resentimientos. Permite que todo aquel con quien te encuentres, o en quien pienses o recuerdes del pasado, asuma el papel de salvador, de manera que lo puedas compartir con él. Por ti y por él, así como por todos los que no ven, rogamos:


iQue los milagros reemplacen todos mis resentimientos!

17.3.12

Lección 77.

Tengo derecho a los milagros.
Tienes derecho a los milagros debido a lo que eres. Recibirás milagros debido a lo que Dios es. Y ofrecerás milagros debido a que eres uno con Dios. Una vez más, ¡cuán simple es la salvación! Es sencillamente una afirmación de tu verdadera Identidad. Esto es lo que celebraremos hoy.

Tu derecho a los milagros no se basa en las ilusiones que tienes acerca de ti mismo. No depende de ningún poder mágico que te hayas adscrito ni de ninguno de los rituales que has ingeniado. Es inherente a la verdad de lo que eres. Está implícito en lo que Dios, tu Padre, es. Tu derecho a los milagros quedó establecido en tu creación y está garantizado por las leyes de Dios.

Hoy reivindicaremos los milagros a los que tienes derecho, pues te pertenecen. Se te ha prometido total liberación del mundo que construiste. Se te ha asegurado que el Reino de Dios se encuentra dentro de ti y que jamás lo puedes perder. No pedimos sino lo que en verdad nos pertenece. Hoy, sin embargo, nos aseguraremos también de no conformarnos con menos.

Comienza las sesiones de práctica más largas de hoy diciéndote a ti mismo con absoluta certeza que tienes derecho a los milagros. Cierra los ojos y recuerda que estás pidiendo únicamente lo que por derecho propio te pertenece. Recuérdate también a ti mismo que los milagros jamás se le quitan a uno para dárselos a otro, y que al reivindicar tus derechos estás haciendo valer los derechos de todo el mundo. Los milagros no obedecen las leyes de este mundo. Proceden simplemente de las leyes de Dios.

Después de esta breve fase introductoria, espera en silencio la ratificación de que se te ha concedido tu petición. Has pedido la salvación del mundo así como la tuya. Has pedido que se te concedan los medios a través de los cuales se puede lograr esto. Es imposible que no se te den garantías al respecto. No estás sino pidiendo que se haga la Voluntad de Dios.

Al hacer esto, no estás realmente pidiendo nada. Estás afirmando un hecho innegable. El Espíritu Santo no puede sino asegurarte que se te ha concedido tu petición. El hecho de que la aceptases lo confirma. Hoy no hay cabida para la duda ni la incertidumbre. Estamos haciendo por fin una petición real. La respuesta es una simple exposición de un simple hecho. Recibirás la ratificación que buscas.

Nuestras sesiones de práctica más cortas serán frecuentes, y estarán dedicadas a recordar un simple hecho. Repite hoy frecuentemente:


Tengo derecho a los milagros.

Pídelos cada vez que se presente una situación que los requiera. Reconocerás tales situaciones. Y como no estás dependiendo de ti mismo para encontrar el milagro, tienes pleno derecho a recibirlo siempre que lo pidas.

Recuerda también que no te debes conformar con nada que no sea la respuesta perfecta. Si te asaltan tentaciones, di de inmediato:

No intercambiaré milagros por resentimientos. Quiero únicamente lo que me pertenece. Dios ha establecido mi derecho a los milagros.

16.3.12

Lección 76

No me gobiernan otras leyes que las de Dios.

Hemos visto antes cuántas cosas absurdas te han parecido ser la salvación. Cada una de ellas te ha aprisionado con leyes tan absurdas como ellas mismas. Sin embargo, no estás aprisionado por ninguna de esas cosas. Mas para comprender que esto es cierto, primero te tienes que dar cuenta de que la salvación no se encuentra en ninguna de ellas. Mientras la busques en cosas que no tienen sentido te atarás a ti mismo a leyes que tampoco tienen sentido. Y de esta manera, tratarás de probar que la salvación está donde no está.

Hoy nos alegraremos de que no puedas probarlo. Pues si pudieses, buscarías la salvación eternamente donde no está, y jamás la hallarías. La idea de hoy te repite una vez más cuán simple es la salvación. Búscala allí donde te espera y allí la hallarás. No la busques en ninguna otra parte, pues no está en ninguna otra parte.

Piensa en la liberación que te brinda el reconocimiento de que no estás atado a las extrañas y enrevesadas leyes que has promulgado para que te salven. Crees realmente que te morirías de hambre a menos que tengas fajos de tiras de papel moneda y montones de discos de metal. Crees realmente que una pequeña píldora que te tomes o que cierto fluido inyectado en tus venas con una fina aguja te resguardará de las enfermedades y de la muerte. Crees realmente que estás solo a no ser que otro cuerpo esté contigo.

La demencia es la que piensa estas cosas. Tú las llamas leyes y las anotas bajo diferentes nombres en un extenso catálogo de rituales que no sirven para nada ni tienen ningún propósito. Crees que debes obedecer las “leyes” de la medicina, de la economía y de la salud. Protege el cuerpo y te salvarás.

Eso no son leyes, sino locura. EI cuerpo se ve amenazado por la mente que se hace daño a sí misma. El cuerpo sufre sólo para que la mente no pueda darse cuenta de que es la víctima de sí misma. El sufrimiento corporal es una máscara de la que la mente se vale para ocultar lo que realmente sufre. No quiere entender que es su propia enemiga; que se ataca a sí misma y que quiere morir. De esto es de lo que tus “leyes” quieren salvar al cuerpo. Para esto es para lo que crees ser un cuerpo.

No hay más leyes que las de Dios. Esto necesita repetirse una y otra vez hasta que te des cuenta de que es aplicable a todo lo que has hecho en oposición a la Voluntad de Dios. Tu magia no tiene sentido. Lo que pretende salvar no existe. Únicamente lo que pretende ocultar te salvará.

Las leyes de Dios jamás pueden ser reemplazadas. Dedicaremos el día de hoy a regocijarnos de que así sea. No es ésta una verdad que queramos seguir ocultando. En lugar de ello nos daremos cuenta de que es una verdad que nos mantiene libres para siempre. La magia aprisiona, pero las leyes de Dios liberan. La luz ha llegado porque no hay más leyes que las de Él.

Comenzaremos hoy las sesiones de práctica más largas con un breve repaso de las diferentes clases de “leyes” que hemos creído necesario acatar. Éstas incluyen, por ejemplo, las “leyes” de la nutrición, de la inmunización, de los medicamentos y de la protección del cuerpo en las innumerables maneras en que ésta se lleva a cabo. Crees también en las “leyes” de la amistad, de las “buenas” relaciones y de la reciprocidad. Puede que hasta incluso creas que hay leyes que regulan lo que es de Dios y lo que es tuyo. Muchas “religiones” se han basado en eso. Dichas religiones no salvan, sino que condenan en nombre del Cielo. En cualquier caso, sus leyes no son más extrañas que otras “leyes” que tú crees que debes obedecer para estar a salvo.

No hay más leyes que las de Dios. Deshecha hoy todas tus insensatas creencias mágicas y mantén la mente en un estado de silenciosa preparación para escuchar la Voz que te dice la verdad. Estarás escuchando a Uno que te dice que de acuerdo con las leyes de Dios las pérdidas no existen. No se hacen ni se reciben pagos; no se pueden hacer intercambios; no hay sustitutos y ninguna cosa es reemplazada por otra. Las leyes de Dios dan eternamente sin jamás quitar nada.

Escucha a Aquél que te dice esto y date cuenta de cuán insensatas son las “leyes” que tú pensabas regían el mundo que creías ver. Sigue prestando atención. Él te dirá más. Te hablará del Amor que tu Padre te profesa, de la infinita dicha que te ofrece, de la ardiente añoranza que siente por Su único Hijo, creado como Su canal de creación, pero que éste le niega debido a su creencia en el infierno.

Abramos hoy los canales de Dios y permitamos que Su Voluntad se extienda a través de nosotros hasta Él. De esa manera es como la creación se expande infinitamente. Su Voz nos hablará de esto, así como de los gozos del Cielo, que Sus leyes mantienen por siempre ilimitados. Repetiremos la idea de hoy hasta que hayamos escuchado y comprendido que no hay más leyes que las de Dios. Después nos diremos a nosotros mismos, a modo de dedicatoria con la cual concluye la sesión de práctica:

No me gobiernan otras leyes que las de Dios.

Repetiremos hoy esta dedicatoria tan a menudo como sea posible; por lo menos cuatro o cinco veces por hora, así como en respuesta a cualquier tentación de sentirnos sujetos a otras leyes a lo largo del día. Es nuestra declaración de que estamos a salvo de todo peligro y de toda tiranía. Es nuestro reconocimiento de que Dios es nuestro Padre y de que Su Hijo se ha salvado.

Curso

Éste es un curso de milagros.

Es un curso obligatorio.

Sólo el momento en que decides tomarlo es voluntario.

Tener libre albedrío no quiere decir que tú mismo puedas establecer el plan de estudios.

Significa únicamente que puedes elegir lo que quieres aprender en cualquier momento dado.

Este curso no pretende enseñar el significado del amor, pues eso está más allá de lo que se puede enseñar.

Pretende, no obstante, despejar los obstáculos que impiden experimentar la presencia del amor, el cual es tu herencia natural.

Lo opuesto al amor es el miedo, pero aquello que todo lo abarca no puede tener opuestos.

Este curso puede, por lo tanto, resumirse muy simplemente de la siguiente manera:

Nada real puede ser amenazado.

Nada irreal existe.


En esto radica la paz de Dios.

Estoy aquí únicamente para ser útil.
Estoy aquí en representación de Aquel que me envió.
No tengo que preocuparme por lo que debo decir ni por lo que debo hacer, pues Aquel que me envió me guiará.
Me siento satisfecho de estar dondequiera que Él desee, porque sé que Él estará allí conmigo.
Sanaré a medida que le permita enseñarme a sanar.
[L.T., Cap. 2, 18.2 - 18.6]
Si la tarea de despertar del sueño de separación fuese fácil, entonces ya la habrías hecho. Sin embargo, aquello que no es fácil puede ser simple. ¿Cómo permites que sea así? Lo harás permitiéndole que ya esté hecho. ¿Entiendes? Acepta que ya has despertado del sueño de separación y ya está hecho. Entonces no importará si es fácil o difiícil, sólo que está completo. JESUS