9.6.11

Lección 160

Yo estoy en mi hogar. El miedo es el que es un extraño aquí.

El miedo es un extraño en los caminos del amor. Identifícate con el miedo, y te vuelves un extraño ante tus propios ojos. Y de este modo, no te conocerás a ti mismo. Lo que tu Ser es sigue siendo algo ajenopara la parte de ti que cree que es real, aunque diferente de ti: ¿Quién podría estar en su sano juicio en tales circunstancias? ¿Quién sino un loco podría creer que él es lo que no es, y juzgar en contra de sí mismo?

Hay un extraño entre nosotros que procede de una idea tan ajena a la verdad que habla un idioma distinto, percibe un mundo que la verdad desconoce y entiende aquello que la verdad juzga como carente de sentido. Pero aún más extraño es el hecho de que no reconoce a aquel a quien visita, y sin embargo, sostiene que el hogar de éste es suyo, mientras que el que está en su hogar es el que es el extraño. No obstante, qué fácil sería decir: “Este es mi hogar. Aquí es donde me corresponde estar y no me iré porque un loco me diga que tengo que hacerlo”.

¿Qué razón hay para no decir esto? ¿Cuál podría ser la razón sino que has invitado a ese extraño a ocupar tu lugar, y has permitido convertirte en un extraño ante tus propios ojos? Nadie se dejaría desahuciar tan innecesariamente a no ser que pensase que hay otro hogar que está más de acuerdo con sus gustos.

¿Quién es el extraño? ¿A quién no le corresponde estar en el hogar que Dios proveyó para Su Hijo, a ti o al miedo? ¿Es acaso el miedo obra Suya, creado a Su semejanza? ¿Es acaso el miedo lo que el amor completa y mediante lo cual se completa a sí mismo? No hay hogar que pueda darle cobijo al amor y al miedo, pues no pueden coexistir. Si tú eres real, el miedo no puede sino ser una ilusión. Mas si el miedo es real, entonces eres tú el que no existe.

¡Qué fácilmente se puede resolver este dilema! Todo aquel que teme no ha hecho sino negar su verdadera identidad y decir: “Yo soy el extraño aquí. De modo que le cedo mi hogar a uno que es más como yo que yo mismo, y le doy todo cuanto pensé que era mío”. Ahora se ha exilado por fuerza, sin saber quién es, inseguro de todo, menos de esto: que él no es él mismo, y que se le ha negado su hogar.

¿En pos de qué va a ir ahora? ¿Qué podría encontrar? Alguien que se ha convertido en un extraño ante sus propios ojos no puede encontrar un hogar no importa dónde lo busque, pues él mismo ha imposibilitado su regreso. Está perdido a menos que un milagro venga y le muestre que ya no es un extraño. El milagro vendrá. Pues su Ser sigue morando en su hogar. Y su Ser no ha invitado a ningún extraño ni se ha confundido a Sí Mismo con ningún pensamiento ajeno a Él. E invocará a lo que es Suyo a Sí Mismo en reconocimiento de lo que es Suyo.

¿Quién es el extraño?.¿No es acaso aquel a quien tu Ser no invoca?Ahora eres incapaz de reconocer a ese extraño que merodea entre vosotros, pues le has cedido tu legítimo lugar. No obstante, tu Ser está tan seguro de lo que es Suyo como Dios lo está de Su Hijo. Dios no está confundido con respecto a la creación. Está seguro de lo que es Suyo. Ningún extraño se puede interponer entre Su conocimiento y la realidad de Su Hijo. Él no sabe de extraños. Él está seguro de Su Hijo.

La certeza de Dios es suficiente. A aquel a quien Él reconoce como Su Hijo le corresponde estar allí donde Él estableció a Su Hijo para siempre. Él ha contestado tu pregunta: “¿Quién es el extraño?” Oye Su Voz asegurarte, con serenidad y certeza, que tú no eres un extraño para tu Padre ni tu Creador se ha vuelto un extraño para ti. Aquel a quien Dios se ha unido es eternamente uno, pues está en su hogar en Él, y no es un extraño para Sí Mismo.

Hoy damos gracias de que Cristo haya venido a buscar en el mundo lo que es Suyo. Su visión no ve extraños, sino que contempla a los Suyos y se une a ellos jubilosamente. Ellos lo ven como un extraño, pues no se reconocen a sí mismos. No obstante, a medida que le den la bienvenida, lo recordarán. Y Él los conducirá dulcemente de regreso a su hogar, donde les corresponde estar.

Cristo no se olvida de nadie. Nodeja de darte ni uno solo de tus hermanos para que los recuerdes a todos, de manera que tu hogar pueda ser pleno y perfecto, tal como fue instituido. Él no se ha olvidado de ti. Mas tú no lo podrás recordar a Él hasta que contemples todo tal como Él lo hace. El que niega a su hermano lo está negando a Él, y, por lo tanto, se está negando a aceptar el don de la visión mediante el cual puede reconocer a su Ser claramente, recordar su hogar y alcanzar la salvación.

Curso

Éste es un curso de milagros.

Es un curso obligatorio.

Sólo el momento en que decides tomarlo es voluntario.

Tener libre albedrío no quiere decir que tú mismo puedas establecer el plan de estudios.

Significa únicamente que puedes elegir lo que quieres aprender en cualquier momento dado.

Este curso no pretende enseñar el significado del amor, pues eso está más allá de lo que se puede enseñar.

Pretende, no obstante, despejar los obstáculos que impiden experimentar la presencia del amor, el cual es tu herencia natural.

Lo opuesto al amor es el miedo, pero aquello que todo lo abarca no puede tener opuestos.

Este curso puede, por lo tanto, resumirse muy simplemente de la siguiente manera:

Nada real puede ser amenazado.

Nada irreal existe.


En esto radica la paz de Dios.

Estoy aquí únicamente para ser útil.
Estoy aquí en representación de Aquel que me envió.
No tengo que preocuparme por lo que debo decir ni por lo que debo hacer, pues Aquel que me envió me guiará.
Me siento satisfecho de estar dondequiera que Él desee, porque sé que Él estará allí conmigo.
Sanaré a medida que le permita enseñarme a sanar.
[L.T., Cap. 2, 18.2 - 18.6]
Si la tarea de despertar del sueño de separación fuese fácil, entonces ya la habrías hecho. Sin embargo, aquello que no es fácil puede ser simple. ¿Cómo permites que sea así? Lo harás permitiéndole que ya esté hecho. ¿Entiendes? Acepta que ya has despertado del sueño de separación y ya está hecho. Entonces no importará si es fácil o difiícil, sólo que está completo. JESUS